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Cuento de Navidad


Érase una vez, en el hermoso reino de Kachaturian, se estaba celebrando la Navidad. Todo el reino estaba de fiesta, los niños cantaban villancicos y los mayores buscaban regalos para el gran día. Sin embargo, había un hombre que se sentía profundamente desdichado.


Su salud era muy precaria y casi no podía caminar por los problemas de su pierna, su mujer se había fugado con su mejor amigo y además estaba casi arruinado. Vaya que si “tres cosas hay en la vida: salud – dinero y amor” en todas andaba fatal. Por todo ello se sentía muy desgraciado y en sus males estaba pensando cuando miraba uno de los belenes que el rey de Kacharurian había dispuesto por las calles. Y mientras pensaba en sus penas, nuestro hombre, cansado de todo, decidió dormir un poco en un portal de la calle. “Si pudiera yo tener algún regalo” dijo antes de caer dormido. Pero no fue ese un sueño cualquiera, fue un sueño especial.


Soñó que el ángel de la anunciación que había en ese Belén, le decía “en nombre del Espíritu de la Navidad, se te concede un deseo” Y claro, el hombre, siempre en sus sueños, se ilusionó mucho. ¡Tenía tantos problemas que ahora podían solucionarse!. Pero... ¿qué pedir?


Si pedía dinero se solucionarían muchos problemas, si, pero ¿de qué sirve tener dinero si no tienes salud? Y ¿acaso el dinero puede comprar el verdadero amor? No. Era mejor pedir otra cosa.


Entonces pensó en pedir tener salud.. “Eso si que es fundamental” se dijo en sueños. Pero ¿de qué sirve tener salud si no se tiene amor y no hay dinero para disfrutar el bienestar? De manera que decidió dejarlo. Y así se iba a decidir por pedir amor aunque … en seguida se dio cuenta que por más amor que tuviera … de poco le iba a servir si su salud no le permitiera andar o si no tuviera dinero para compartir con su amor.


De manera que el hombre, agraciado con la posibilidad de elegir un deseo, no sabía cual escoger.


Así fue como preguntó al ángel: “ángel, ¿tú cual crees que es el deseo más conveniente para mi?” . Y este le respondió:



- los ángeles tenemos prohibido aconsejar a los hombres, ellos quisieron tener libre albedrío de manera que nosotros no nos metemos en sus decisiones y aunque destruyan el mundo no nos metemos. Guiamos y ayudamos, pero no podemos decidir por ellos –



Entonces fue cuando el hombre, en sus sueños, oyó una voz que venía de la cuna, del niño Jesús, que le dijo:



- lo que tienes que pedir no es tener ni salud, ni dinero, ni amor, lo que tienes que pedir es tener ALEGRIA . Si tienes alegría y te falta salud, podrás superarlo. Si tienes alegría y te falta amor, la vida seguirá valiendo la pena. Y si tienes alegría también podrás darte cuenta que el dinero no es importante.



Como yo no soy un ángel sí que puedo deciros lo que tenéis que hacer los hombres aunque seáis capaces de tardar mas de 2.012 años en hacerme caso


Siempre pensáis al revés. Siempre pensáis “tendré alegría cuando tenga dinero – salud – amor “ en lugar de pensar. “ tendré salud-amor y dinero cuando tenga alegría” , pues hasta la salud depende de vuestra actitud ante la vida, pero no, nunca veis la totalidad de las cosas y siempre pensáis que la alegría es la variable dependiente en vuestras vidas, sin daros cuenta que es, precisamente, la variable que va a determinar todo lo demás. .


Y en medio de este sueño estaba cuando unos niños pasaron por su lado cantando alegres villancicos y nuestro hombre se despertó diciendo:



- “que sueño más raro he tenido. Me decía el niño Jesús que no tenía que desear ni salud, ni dinero, ni amor y que me bastaba solo con estar alegre. Que curiosos son los sueños”



Y entonces fue cuando mirando de nuevo el pesebre del nacimiento, dirigió el hombre unas palabras hacia la figura que estaba en la cuna diciendo:


- Y ¿dónde está la alegría?-
Y oyó nuestro hombre una voz de niño que decía:


- La alegría está dentro de ti, búscala si quieres en donde está y no fuera de ti –


Nuestro hombre se quedo muy sorprendido porque lo que había oído no era parte de un sueño, … era un sonido y una realidad de este mundo



Que la Fuerza de la alegría siempre os acompañe.




Juan Pedro

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