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Siete Principios de Felicidad



Si hay concepto clásico en nuestros deseos ese es, sin duda, la idea de alcanzar la felicidad. Todos queremos ser felices, tener una vida feliz y esas cosas, pero a la hora de la verdad no somos capaces de definir qué entendemos por felicidad. Por lo general cometemos varios “fallos” en el intento de definición. Por una parte la vemos como algo que está fuera del momento presente y por otra parte vemos la felicidad como un logro a conseguir. Decimos y pensamos cosas como “seré feliz cuando ... ...” y ese cuando está en un futuro que nunca llega y encierra una condición que no se produce. Vemos la felicidad como un objetivo, una meta a alcanzar, algo que debe ser logrado por esfuerzo de conseguir el objetivo que pensamos que es lo que nos hará felices. Pero ocurre que cuando, en el mejor de los casos, somos capaces de conseguir lo que pensábamos nos iba a reportar felicidad vemos que ello no es así y volvemos a centrarnos en un momento futuro en que esperamos alcanzar ese estado de dicha. La felicidad huye de nosotros.


Pues bien, eso no es así. La felicidad no es algo a lograr, no es la realización de un anhelo ni material ni espiritual, no es una proyección en el tiempo, no es algo que se haya que luchar con esfuerzo, no es nada de eso. La felicidad es un estado mental, o si lo prefiere en palabras más “esotéricas”, es un estado de conciencia.


No se es feliz por tener esto o aquello, ni por ser más rico, más famoso, mas listo, ni siquiera mas amado, se es feliz cuando nos damos cuenta que podemos ser felices en la realidad en que vivimos. La felicidad es un estado interno e independiente de las circunstancias externas. De allí la frase que encabeza la web de este mes que dice: “el hombre más feliz es el que cree serlo” En realidad no estamos diciendo nada nuevo, pues esa frase es de Commerson quien vivió hace mas de 200 años. En consecuencia si quiere ser feliz empiece por darse cuenta de ello y vivir la felicidad como algo que es capaz de reconocer dentro de sí mismo, de la misma manera que es capaz de reconocer que precisa aire para estar vivo y ello lo hace sin ser consciente.


Es muy posible, o casi seguro, que todo esto le parezcan palabras o ideas más o menos bonitas pero que se alejan de la realidad de su vida. Cuando las cosas son “complicadas” o las situaciones de la vida duras decir que la felicidad es un estado interno a tomar conciencia parece un tanto absurdo o alejado de la realidad. Por ello, a modo de ayudar a lograr el estado de felicidad se exponen los principios que siguen, pero que quede claro que estos no son más que apoyos para lograr un estado de felicidad pero que el mismo reside en el interior de la persona, en la aceptación por parte nuestra de que somos capaces de reconocer el estado de felicidad y vivir con ello.


Pero basta ya de introducción y vayamos al grano con los principios.


Primer principio:

Usted es un ser único, y sólo usted puede darse la felicidad.


Esto es mucho más importante de lo que parece. Nos creemos libres pero no es así. Nuestra sociedad nos juzga, nos impone obligaciones, metas a lograr, nos carga de juicios de valor, nos obliga a aceptar las cosas como buenas y malas, pero desengáñese, eso no le conduce a nada. Usted es el juez de su vida, el director de orquesta de su existencia, el capitán de sus decisiones, en consecuencia libérese, libérese de todo aquello que le impide pensar moralmente como quiere pensar y actuar como desea. La democracia creemos que nos hace libres pero el entorno social nos esclaviza.


Unido a este principio de asumir la tarea de hacernos cargo de nuestra propia vida, está la de aceptar que somos los responsables de las situaciones que vivimos. Esto puede parecer duro, pero es así. Solo yo soy el responsable de lo que vivo y si lo que vivo no me gusta soy yo el responsable pues lo acepto. Por ejemplo si tiene un trabajo que le desagrada usted es el responsable de ello, por dos motivos: por no cambiar de trabajo y por no intentar hacer que le guste lo que hace. Como responsables de nuestras vidas si no nos gusta algo de lo que hacemos debemos cambiarlo y si no nos resulta rentable hacerlo (por ejemplo no es rentable cambiar de trabajo si en otro cobraremos menos) debemos darle un enfoque diferente para que nos guste más lo que realizamos. En resumen: yo y sólo yo soy el responsable de mi situación y yo y sólo yo conseguiré vivir feliz por mi mismo.


Segundo principio:

Viva el presente.


No hay más momento que el presente. Pensar en el pasado y temer el futuro es un lastre enorme para el más fuerte de los humanos. Lo pasado ya no existe y el futuro es tan incierto que no merece consideración. Por lo general todo aquello que nos atemoriza del futuro una vez la pasado vemos que no era ni mucho menos tan terrible como pensaba. Vivir el presente supone no preocuparse por las cosas y estará de acuerdo conmigo que cuanto menos se preocupa uno más feliz se es, ¿no?


Pero claro, usted y yo somos producto de nuestro pasado y si este es doloroso eso nos puede impedir ser felices. La solución es simple: hay que olvidar el pasado. Se habla mucho de las ventajas de perdonar pero a menos que usted sea un santo ( y yo no lo soy) eso en ciertas circunstancias es muy difícil, pero olvidar es algo al alcance de cualquiera. En consecuencia nunca piense en aquellas circunstancias dolorosas que ha vivido y estas caducarán por sí mismas.


Tercer principio:

Haga aquello que realmente le llene, que sea “parte” de usted.


Todos nos hemos sentido felices alguna vez, nos hemos sentido plenos, completos, haciendo y viviendo algo, haciendo alguna actividad que nos gusta. Por ejemplo si de joven le gustaba pintar se sentía muy bien, muy dichoso haciendo eso. Sin embargo la vida nos lleva a movernos en direcciones contrarias. El trabajo, la familia, la falta de tiempo o de dinero nos alejan de hacer aquellas cosas que nos llenan, pero que son parte de nosotros mismos.


Es necesario volver a recordar esas cosas que nos colman, ya sea pintar, pasear por el campo, cantar, hacer ganchillo o mil cosas más y darse el gusto de volver a ellas. Debe superar las excusas: no tengo tiempo, no tengo dinero, la familia no lo entiende, no hay oportunidades, etc. y ser capaz de superarlas. Hay una frase muy buena en el libro Ilusiones de Richard Bach que dice: “Justifica tus limitaciones y te quedarás con ellas.” Pues bien, ha llegado el momento de volverse a dar el gusto de hacer lo que nos llena, de hacer que nuestra vida sea grata, sea feliz. Sea egoísta, pero sea de un egoísmo inteligente, pues si no es feliz usted será imposible que colabore para que los demás sean felices también.


Cuarto principio:

Haga lo que pueda por los demás.


El egoísmo inteligente es el que pretende lo bueno para uno para poder dar a los demás y de esta manera recibir a su vez más de los otros. El egoísmo estúpido es el que sólo ve el provecho propio. Viva un egoísmo inteligente; sea buena persona, sea amable y comprensivo, sonría a los demás y así conseguirá que los otros sean buenos con usted, amables y comprensivos. Se recoge aquello que se siembra, de manera que coseche la felicidad en usted (vea el punto anterior), distribúyala por su entorno, por el mundo, y recoja los frutos de su siembra. Pero no se trata de ser “bueno” con los cercanos a nosotros, hay que serlo con todos; con el camarero que nos sirve el café, con el peatón al que cedemos el paso, con todos. Hay un refrán escocés que dice “la sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz”. De esta manera ampliamos el campo a sembrar y en consecuencia recogeremos más para nosotros (egoísmo inteligente).


Quinto principio.

Vea las cosas buenas de la vida.


En nuestras vidas a menudo nos quejamos de algo que supone muy poco si vemos la totalidad. Mucho de lo que pensamos que son tragedias no son más que fracciones pequeñas de nuestra vida, pero nos centramos en ver ese 10 % que está mal sin darnos cuenta que hay un 90 % de cosas que están bien. Por ejemplo, puede ser que se queje de su trabajo, pero eso no lo es todo; si tiene una buena salud, come cada día tres veces, y duerme bajo cubierto ya tiene mucho más de bueno que de malo. Hoy en día, en nuestra sociedad, muchas necesidades básicas están cubiertas de manera que eso ya nos da seguridad para ver siempre los tiempos presentes, a pesar de todo, como los mejores que podemos vivir.


Maravíllese de las cosas bonitas de la vida. Aprenda a ver que un limón es un regalo de un árbol y que proviene de una flor preciosa de unos pocos centímetros. Disfrute viendo las pequeñas cosas de la vida y agradezca a la Vida, a la Fuerza, a Dios, a Jehová a Alá, o a quien sea, del regalo de vivir.


Sexto principio:

Piense menos


Nuestro mundo material y cuadriculado nos lleva a pensar demasiado. Creemos que la vida y sus problemas se resuelven a base de razonamientos mentales, pero eso es falso pues la vida es mucho más que el plano material que es capaz de tratar el cerebro. Si analiza muchos problemas ya superados la solución final se dio de una manera muy diferente a la que consideraba en el momento en que pasaba esa circunstancia. Y es que el juego de la vida tiene infinitas salidas. Deje pues de pensar y darle vueltas a cosas que sólo acabarán produciéndole dolor de cabeza.


Septimo principio:

Tenga fe, sea humilde.


A veces hay circunstancias de la vida en que por mucho que se diga parece imposible ser feliz. La pérdida de un ser querido, el sufrimiento físico, la impotencia de no poder cambiar las cosas, son situaciones que nos producen una profunda infelicidad y que resulta imposible aplicar los puntos mencionados anteriormente. En estos casos sólo hay una solución: confiar, tener fe. Vivir una crisis es vivir en un caos, pero el caos es un fase del orden y vencida esa fase se alcanza un nivel de equilibrio superior. Cuando uno se enfrenta a la pérdida de un ser querido la infelicidad nos invade. Pero en realidad lo que nos ocurre es que ignoramos donde y cómo está la persona que se nos ha ido, sufrimos por su ausencia, pero de una forma mucho peor que si esta persona se hubiera ido de viaje a otro país. La razón es porque cuando la persona se muda de lugar sabemos donde está y ello, a pesar de la pena, hace que no nos parezca grave. Con la muerte eso no pasa, y es esa ignorancia lo que nos produce una ausencia tan horrible. No sabemos, por eso sufrimos.


Solución: Ser humilde; tener fe, que esa Vida, esa Fuerza, ese Dios, ese Alá o lo que sea que ha construido y rige en un universo de millones de millones de estrellas se encarga que todo esté en orden, y que cuando nos parece que no lo está, cuando vivimos el caos, estamos en la fase de un equilibrio superior.


Los hombres somos seres mentalmente muy limitados pero muy engreídos a la hora de querer controlar lo que sucede en la vida. En consecuencia a lo que no podemos comprender hay que aplicar fe y humildad para poder seguir viviendo en la felicidad.


Respecto a estos principios hay que decir dos cosas: en primer lugar que no son los únicos y sería bueno que usted mismo se detenga, cuando esté bien, a hacer su propia lista. Es importantísimo tener una filosofía de la felicidad propia, cercana y conocida. Y en segundo lugar hay que decir que no basta con leer estos principios o la lista que usted haga una sola vez, hay que repasarlos continuamente para que impregnen nuestro inconsciente y seamos capaces así de vivir más felices.


Conclusión: La vida es un regalo, una posibilidad para que nuestra Alma recoja experiencias. Por supuesto que ello se produce tanto si vivimos una vida feliz como si no lo hacemos, pero eso es una elección nuestra y sólo nuestra, algo que está a nuestro alcance, algo que depende de nosotros, pues repito: la felicidad es una experiencia interior a lograr. De manera que, como dijo Abraham Lincoln


“Casi todas las personas son tan felices como se deciden a serlo”.




Que la Fuerza le acompañe,



Juan Pedro

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