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Jugando con la realidad


¿Qué es la realidad? Bueno, en principio parece esta una pregunta poco importante, pues damos por sentado que real es aquello que vemos, que sentimos, es decir todo lo que físicamente nos rodea. Por ejemplo yo puedo pensar que esta mesa sobre la que escribo es marrón, pero en realidad no es así. En función de cómo le dé la luz la veré de un color u otro y hasta para otra persona, un daltónico por ejemplo, podría resultar que esta mesa es de otro color. En consecuencia la realidad ¿dónde está? ¿en el objeto o en quien lo ve? Puedo pensar que si doy un puñetazo a una pared la realidad es que me lastimaré, pero eso tampoco es real, eso es una sensación ya que si me hipnotizan o me anestesian la mano no sentiré dolor, de manera que ahora la realidad ¿dónde está? ¿en el acto o en la sensación que produce el acto?


Preguntas de este tipo hace muchos años que intrigaron a pensadores y filósofos de manera que no estamos descubriendo nada nuevo, y así en la India se decía que todo el mundo material que nos envuelve NO es real, y a este mundo físico no real le dieron el nombre de “maia”. Más cercano a nosotros tenemos los pensamientos de Platón que nos dice que lo que damos por real en la tierra no es más que una proyección del mundo de las ideas, es decir que tampoco afirma que sea real lo que nos rodea. Pero todo esto parece ser cosa de filósofos y nosotros, hombres prácticos, no queremos perdernos en disquisiciones filosóficas. Pero resulta que ahora hay otro plano, el científico, que nos vuelve a hacernos plantear esta pregunta sobre qué es la realidad.


Para que no parezca esto un escrito científico (y aburrido) informo ya que las implicaciones prácticas que tiene son importantísimas de manera que espero valga la pena leer esta introducción.


Vayamos a la ciencia. La física y la matemática son dos disciplinas que pretenden esquematizar todo aquello que consideramos como real, intentan mesurar la realidad del mundo en que vivimos expresándolo en números y llegando a conclusiones que sean irrebatibles. Y es por ello, por la seguridad que nos ofrece la física que vamos a analizarla. Empecemos.


En los tiempos de la escuela nos decían que la materia está formada por átomos, que se componen de un núcleo (con neutrones y protones) y alrededor suyo giran electrones. Es gráficamente algo así:


atomo


g Ahora bien, si nos fijamos en el átomo vemos que entre esa bolita del centro (el núcleo) y las bolitas que hay alrededor (electrones) hay un gran espacio vacío Entonces si mi mesa es materia y la materia está formada por átomos, y en esos átomos vemos que hay más de vacío que de materia, entonces ... mi mesa debería ser como un queso gruyere con mas agujeros que queso ¿no? Pero sin embargo esto no es así, mi mesa me parece sólida y a usted también le parecerá, de manera que algo hay que no cuadra.


Somos nosotros los que aceptamos que las cosas “sean” y ahora se va a explicar un poco las razones de esta idea. El cerebro no conoce la diferencia entre lo que ve y lo que recuerda. Experimentos hechos en laboratorios científicos han comprobando que se activan las mismas redes neuronales cuando veo mi mesa o cuando recuerdo mi mesa. En base a ello, si ver es recordar (esta idea ya la dijo Platón) hay que analizar como funciona nuestra mente, ya que es ella quien realmente ve.


Todo nuestro conocimiento, ahora y en todas las épocas, se basa en conjeturas, en supuestos o paradigmas. Estos supuestos son de todo tipo, tanto morales como científicos. Estas conjeturas son puntos de vista fijos y arbitrarios que se establecen en función de la aplicación práctica que nos producen. Por ejemplo, en la Edad Media existía la idea que la tierra era plana y este supuesto era útil para la vida de entonces. Solo cuando los viajes marítimos cobran importancia pasa a ser necesario considerar que la tierra es esférica. De hecho ese nuevo supuesto fue lo que llevó a Colon a descubrir América, pues él lo que pretendía era llegar a las Indias por otra ruta, pero se topo con un nuevo continente. En resumen, nuestra mente tiene supuestos fijos que sólo se cambian en caso que nuevas circunstancias invaliden a los anteriores.


Actualmente hay dos grandes “destructores” de los supuestos científicos, de esos paradigmas, nos estamos refiriendo a la teoría de la relatividad y a la física cuántica. La primera, a diferencia de lo que mucha gente cree, no nos dice que todo es relativo sino que pretende entender las leyes cuando no hay relatividad. Como esto, para quien no sea físico ( y yo no lo soy) puede resultar chocante copio exactamente lo que se dice en el libro “ABC de la relatividad” de Bertrand Russell “quizá el nombre de teoría de la relatividad no ha sido el más afortunado, pues ha llevado a confusión a personas que creen que la nueva teoría prueba que todo en el mundo físico es relativo cuando la teoría de la relatividad pretende excluir lo relativo y llegar a una formulación de las leyes físicas que no dependan en ningún sentido de las circunstancias del observador”.


Científicamente, es lo mismo decir que usted va a México que decir que México viene a usted, pero sin embargo usted dice siempre “voy a la montaña” nunca se le ocurrirá decir “ la montaña viene a mí” y ello es porque tenemos el supuesto que la tierra está fija y nosotros nos movemos, pero eso es falso, eso es una conjetura, una arbitrariedad, como nos demuestra la física Einsteniana.


Aún más sorprende son las conclusiones a las que llega la física cuántica. Dado que las conclusiones que se van a decir pueden resultar un tanto chocantes recomiendo se vea la película “y tú que sabes” en donde científicos muy acreditados explican y respaldan las conclusiones que aquí se exponen.


La física cuántica es en realidad una física de las posibilidades y nos viene a decir que la materia se organiza de manera múltiple y solo se fija cuando el observador le presta atención. O dicho en otras palabras: mi mesa puede ser cualquier cosa, y sólo es una mesa cuando el observador le presta atención. Dicho así parece una tontería pues tendemos a pensar que una mesa es siempre una mesa con independencia de quien la observe pero permítame tomar esta idea como hipótesis para todo el razonamiento que sigue.


Como ya se ha dicho la mente humana funciona adaptando lo que capta del exterior a patrones mentales que tiene establecidos. Yo digo que viajo a Palafolls porque vivo con el supuesto o patrón mental que la tierra es fija y no se mueve. Pues bien, la razón por la cual cada vez que miro lo que sostiene a este ordenador es una mesa es porque tengo el supuesto mental que me voy a encontrar una mesa y a usted, si mira mi mesa, le pasará igual. Es decir entre las infinitas posibilidades que tiene la materia de organizarse se organiza como una mesa porque el observador decide que eso debe ser una mesa. La mente tiene el patrón que algo determinado es algo real y ese patrón es lo que origina que así sea. La pregunta a plantearse es: ¿podría la materia que yo establezco como una mesa sólida ser por ejemplo un líquido? Pues sí, podría si yo creo que esta madera es líquida. Pero una cosa es decirlo y otra creerlo de manera que como ni usted ni yo somos capaces de ello, la mesa no moja.


Cuando el gran Jesucristo anduvo sobre las aguas en realidad lo que hizo fue “decidir” que aquella materia líquida que todos, y él mismo en otro momento, consideraba como líquido fuera considerado como sólido. En realidad eso no fue un milagro, fue solamente aplicar física cuántica. Pero claro el que usted o yo intentemos caminar sobre las aguas no nos será posible porque no creemos que somos capaces de, por el efecto del observador, hacer que la materia acuosa pase a ser sólida. Claro que este ejemplo tiene un problema: podemos aceptar que Jesucristo aplicó un principio de física cuántica, pero ese no es nuestro caso de manera que de poco nos sirve todo esto. Pero hay otros capaces de hacer algo parecido, es decir de “transformar” la materia en lo que quieren, nos estamos refiriendo a los niños, cuando más pequeños con mayor facilidad. Cuando un niño de tres años por ejemplo, toma un palo y da golpes al aire, lo que para nosotros es un palo para el pequeño puede ser una espada con doble filo con la que ataca a sus enemigos. Pensamos que es imaginación del niño lo que le permite jugar, pero no, es mucho más, es que el niño VE en los objetos lo que quiere ver y así decide que una escoba es un sable y al segundo siguiente, cuando la madre le dice “deja el palo” la espada vuelve a ser el trozo de madera que nosotros creemos ver. Ese es el secreto de la magia infantil.


¿Y porque los niños pueden hacer eso y nosotros no? Porque a medida que crecemos tenemos cada vez mas supuestos, mas paradigmas, dentro de nuestra mente. Cuando el niño oye miles de veces: “deja el palo” al final “acepta” en su cabeza que eso es un palo y no puede ser nada más que un palo.


Muchos de los supuestos fijos que tenemos los hombres son comunes, como por ejemplo que lo sólido no moja y el agua sí, y su origen habría que buscarlo en la esencia misma del ser humano y no en el hombre concreto que somos usted y yo. Es por ello que hemos dicho, y con todo el cuidado, que la realidad depende del observador, sin decir nada de a quien nos referimos con esa palabra. ¿Es el observador la voluntad? No. ¿Es el observador el cerebro? Tampoco. El observador sería el Espíritu Divino que hay en cada uno de nosotros. Como el Espíritu Divino es común para usted y para mí, una mesa la vemos los dos como una mesa y nada más que una mesa.


Pero ahora bien, que el observador no sea nuestra mente concreta no quiere decir que no podamos influir en la realidad. De nuevo la razón por la que Jesucristo podía decidir que el lago Tiberiades fuera sólido o líquido se debía a su gran conexión entre su voluntad, regida por la mente concreta, (como la que tenemos nosotros) y su Espíritu Divino u observador cuántico.


Pero esta habilidad que Él tenia no es algo que no podamos tener nosotros y así lo reconoció cuando en San Marcos 11. 22,23 dice:


Tener Fe en Dios. Os aseguro que si uno le dice a ese monte “quítate de allí y arrójate al mar” si lo hace sin titubeos en su interior y creyendo que va a suceder lo que dice, lo obtendrá”


Aquí por Dios hay que entender esa idea de Espíritu Divino a la que nos hemos referido. Que un hombre intente definir a Dios es como pedirle a un pez que defina que es el mar en donde está viviendo (esta frase es de la película recomendada) pero lo que hay que quitarse de la cabeza es la idea de dios hecha a imagen y semejanza del hombre, de alguien que está mirándome desde arriba para castigarme si no hago lo que me dicen que es bueno, si no le rindo culto, y si no sufro en este mundo. Eso no es Dios, eso es un concepto neurótico de la mente controladora del hombre.


En resumen: la realidad no es algo exterior a nosotros, sino algo creado por nosotros.


Darse cuenta de ello supone un gran reto pues siempre es más fácil pensar que somos conducidos por otras fuerzas que aceptar que somos lo que decidimos ser. En realidad el materialismo mecanicista y toda forma de religión basada en la idea de dios como super hombre, se basan en lo mismo: en dar la responsabilidad a alguien externo a nosotros, ya sea al azar en el primer caso o a un dios con barba que me controla para castigarme. Los extremos del ateismo materialista y el integrismo se tocan al negar la realidad de la Esencia Divina que hay en cada uno de nosotros.


Lo bueno de la física quántica es que desde una base científica nos da las mismas conclusiones a las que los filósofos de hace cientos de años llegaron. Todo iluminado, empezando por Jesucristo, es quien acepta y controla lo que la física quántica dice que es la realidad: es decir un infinito de posibilidades.


Pero bueno, yendo a un caso más concreto, ¿en que me puede afectar todo esto a mí, persona normal no iluminada que vive en función de la voluntad que impone la mente concreta y no desde la dirección del Espíritu Divino que es el observador? ¿Puedo acaso afectar a la realidad de mi vida? ¿puedo hacer que la realidad sea dirigida por mi mente?


Existe una conexión entre el observador, Espíritu Divino del hombre, y la mente. Pero como la mente rige al cuerpo, a la existencia, y la razón de ser es la de enriquecernos de experiencias, la mente tiene un cierto grado de libertad. La libertad no es total, por ejemplo yo no puedo andar sobre las aguas, pero en realidad eso no es importante y como no se trata de impresionar a nadie no vale la pena ver si podemos alterar profundamente la manifestación de la materia. Pero si que podemos conectar nuestra mente con el observador para ser capaces de transformar nuestras vidas. Y llegado a este punto hay que ver como funciona nuestra mente.


Nuestra mente es como un gran ordenador que se va llenando de información y la misma se procesa y ejecuta según los programas que tenemos instalados en nosotros. Vaya que es algo parecido a lo que pasa si a usted le enviar por mail un fichero jpg y le da clic para que se abra. Puede ser que se abra sobre el photoshop, sobre el photo editor o el que usted tenga definido para abrir ficheros de imágenes. Por supuesto que es importante los programas que tenemos instalados en nuestro ordenador ¿no? Pues lo mismo sucede en nuestra cabeza: es muy importante saber los programas que tenemos. Y esos programas mentales son precisamente los paradigmas o supuestos internos de los que hemos hablado anteriormente.


Después de recibir y procesar la información el cerebro informa al cuerpo de todo. Pongamos un ejemplo: supongamos que recibimos un impacto que nos genera una emoción. Se crean una serie de conexiones neuronales que interpretan esa emoción y se generan una serie de péptidos que llegan a cada uno de los receptores especializados que tienen las células. Si esa emoción se repite a menudo los receptores de las células precisaran cada vez mayores cantidades para percatarse de la situación de la misma manera que un alcohólico precisa cada vez más vino para emborracharse. Entonces el cuerpo precisa cada vez más de estas emociones y como las desea, aparecen en su vida.


Cuando se consume cocaína ocurre un proceso similar, se emiten péptidos a las células como cuando tenemos emociones de manera que de la misma manera que se puede ser adicto a la cocaína se puede llegar a ser adicto a las emociones.


Todo exceso es malo y en consecuencia el problema no es la emoción sino la adicción a ella. Ello genera muchísima infelicidad. Quien se siente víctima por ejemplo hace que todo lo que le suceda sirva para aumentar este victimismo, quien se siente desgraciado vive la vida como una desgracia, pero el problema está en que esa desgracia es perseguida por la persona y no es algo impuesto desde fuera.


Es chocante que alguien pueda ser adicto a algo que le hace infeliz, pero también es chocante, para quien no se droga, que hayan adictos a la cocaína. Gran parte de los sufrimientos de las personas se deben a estados emocionales a los que son adictos y que les perjudican. Hay personas que parece que todo siempre les vaya en contra ¿por qué? por que ellos mismos “precisan” vivir su adicción a la infelicidad y en consecuencia lo provocan. Si uno no puede controlar su estado emocional es que es adicto a él


Y ahora empieza el tema práctico ¿cuál es la solución para quien vive infeliz? Pues “sencillamente” cambiar el programa, cambiar esos supuestos de vida por otros nuevos. Por supuesto que esto es más fácil decirlo que hacerlo pues cuando se llevan tantos años con una adicción cuesta desprenderse de ella, cuesta cambiar los programas del ordenador mental, pero es preciso.


El cambio es siempre interior nunca algo externo y de esta manera el pensar que fármacos o otras personas pueden ayudarnos no es más que depositar la confianza en algo externo y no dará resultado. Quien es infeliz es quien ha instalado durante años programas basura en su mente, y en consecuencia deben abandonarse estos y ponerse otros nuevos.


¿Es esto fácil?, no, pues llevamos años pensando de manera equivocada pero es el único camino. Si algo va mal cambie su manera de procesar, pero no entendiendo esto como una simple terapia de positivismo, es más que una actitud mental positiva, se trata de empezar a desarrollar el poder creador porque deseando las cosas de otra manera, las cosas serán de otra manera.


No se trata solamente de ver la botella medio llena en lugar de medio vacía, se trata en que si se es capaz de desear lo que queremos ese pensamiento generará realidad. Pues no lo olvidemos: somos lo que pensamos.


¿Piensa que es desgraciado? Pues lo será, ¿piensa que es feliz? Pues lo será.


Esto parece simple, pero tantos siglos llevamos creyendo que no tenemos poder que lo hemos casi olvidado. Ahora bien, ¿qué es lo que pensamos o qué es lo que queremos? La respuesta no es simple.


Si somos lo que pensamos es fácil decir “yo quiero ser millonario” pero eso no es cierto. Si usted no es millonario es porque no quiere serlo, usted quisiera tener dinero porque tenemos el paradigma, el supuesto, que el dinero nos soluciona problemas y por eso todos queremos dinero. En realidad eso no es cierto, el dinero soluciona problemas como los de pagar la hipoteca y esas cosas, pero trae otros quizá mas difíciles. He conocido a unos cuantos millonarios y a ellos les gusta tanto ganar dinero como a mi montar a caballo, por eso ellos son millonarios, por su deseo. Pero a pesar de su dinero tienen muchísimos problemas de todo tipo.


Saber que deseamos, es decir saber que pensar, no es tan fácil, pero es necesario para conducir nuestra vida y crear nuestra propia realidad. Si usted se pone a pensar en lo que desea verá que no es un ejercicio simple ni mucho menos, pues hay mil tendencias en cada uno de nosotros.


Podría hablarse más sobre el tema pero es mejor dejarlo aquí para que quede la idea clara que somos lo que pensamos ya que nuestra propia Divinidad así nos lo permite. Si piensa que es infeliz será infeliz, si piensa que es feliz será feliz. Si no le gusta algo de su vida, simplemente, cambie los programas de su mente, haga un format c:\ y empiece de nuevo.


Por último hay un ejercicio a practicar interesante. Se trata de diseñarse el día. En un momento del día en que esté tranquilo, por ejemplo a primera hora de la mañana cuando aún esté en la cama, planifique como quiere que transcurra el día. Por ejemplo si tiene que hablar con una persona de mal carácter desee que esa charla sea fluida y sin problemas. Y ya verá los resultados.


Desee, aclárese en lo que desea y ello vendrá. No empiece por algo llamativo, no se trata de caminar sobre las aguas porque por otra parte a usted eso no le interesa eso nada, empiece por pequeñas cosas que le afirmen en su creencia que tiene el poder de crear su propia realidad. Pues al fin y al cabo, ese gran físico quántico que fue Jesucristo ya nos dijo:


“Os aseguro que el que cree en mi hará también las obras que yo hago e incluso obras mayores” (San Juan 14-12)


Es decir que todo lo que hizo está al alcance en quien crea en lo mismo que hizo él, eso que los físicos modernos llamarían jugar con la realidad quántica.


No hay un exterior independiente de lo que pasa en nuestro interior


Todo está en nuestro pensamiento por ello el mayor bien que podemos hacernos es cuidar lo que ponemos en nuestra mente, pues somos lo que pensamos


En el apartado anterior se ha hablado sobre qué es la realidad y la influencia nuestra para crearla. Ahora, lo que procede, es ir un poco más allá y comentar sobre “estrategias” para que pueda ser efectivo eso de “somos lo que pensamos.”


Se ha dicho ya que la mente humana funciona respondiendo a estímulos externos en función de unos programas mentales y que la solución a una vida desdichada, o a circunstancias que nos producen infelicidad, consiste en “simplemente” cambiar de programa mental.


Pero por encima de programas mentales concretos que tenga cada una de nuestras mentes existen unos paradigmas globales sobre como se ve la vida. Vaya, que puestos a comparar con temas informáticos tenemos que frente a los programas concretos (los de nuestra mente individual) tenemos el sistema operativo (es decir la creencia sobre lo que es la vida) en la que los primeros funcionan. Estamos hablando de las líneas de cómo vemos el mundo y es de fundamental importancia fijarnos en ellos pues si no tenemos conciencia de estos nunca podremos cambiarlos y en consecuencia nunca podremos avanzar para ser creadores de nuestra realidad.


Estos diferentes paradigmas de qué es la vida constituyen la base de las creencias de los humanos. Veámoslos:


- El mundo como campo de batalla. Es la concepción típica de los fundamentalistas (islámicos o de cualquier creencia), en la que el mundo es un campo de batalla de “buenos” contra “malos” y que hay un dios con barba que va a castigar finalmente a quien no esté del lado de los “buenos”, En esta lucha todo está permitido, desde quemar brujas en las hogueras como hacíamos por Europa en la Edad Media a explotar un cinturón de dinamita en un mercado, como pasa ahora en Irak. Esta concepción quizá parezca un tanto antigua, pero está aún muy presente. Para los que adoptan esta conjetura lo malo que sucede son “castigos” de dios (de un dios en minúsculas pues Dios en mayúsculas, nunca castiga)


- El mundo como aprendizaje. Se basa en la idea que estamos aquí para aprender lecciones, vaya que esto de la vida es una especie de gimnasio moral y que si somos buenos seremos recompensados en otro plano. Lo que hacemos por esta vida poco importa pues lo importante es vivir para la que nos viene. La realidad desagradable ya no sería un castigo sino una prueba, un reto a superar. Esta visión está cercana a la anterior, si bien es de consecuencias menos duras.


- El mundo como trampa a evitar. Esta cosmovisión persigue “liberarse” de la existencia para alcanzar una realidad superior. Entonces hay que prescindir de lo material, pues la materia es propia solo de este mundo, y centrarse en las vías de escapatoria. Esta forma de ver las cosas supone una total separación entre la persona y la realidad, simplemente porque lo real no importa, importa sólo el abandono de esta existencia y el huir de la vida está plenamente permitido.


- El mundo como máquina. Se ve la realidad como algo mecanicista y ajeno totalmente al hombre. Sería la base de todo agnosticismo y determinismo por azar. La ciencia clásica, antes de la llegada de la física cuántica, se intenta refugiar en este estado de cosas poniendo al azar como soberano de todo lo que no puede comprender.


¿Para qué se ha hablado de estos paradigmas? Pues para darnos cuenta que debemos erradicarlos y sustituirlos por uno nuevo, que a falta de mejor nombre podríamos llamar “el mundo como realidad creada por la mente del hombre” pues ya se ha dicho que somos lo que pensamos.


Y ahora se trata de ver cual es la base para tal afirmación. De la misma manera que en la tierra existe la ley de la gravedad, en el universo existe la ley de atracción que se podría definir como “lo semejante atrae a lo semejante” En consecuencia cuando desde nuestro plano mental creamos algo, ese algo finalmente aparecerá en nuestra vida material.


Dicho así puede parecer una tontería pues entonces no se explica porqué hay gente a quienes las cosas les van mal, o no encuentran sentido a sus vidas, o son infelices. La ley de atracción es la ley del deseo, por la que tenemos lo que deseamos, aunque no de una manera inmediata. Ahora bien, ¿qué supone esto? Que quienes deseamos algo somos nosotros y el Universo sólo se ocupada de dárnoslo sin juzgar si las consecuencias de ello son buenas o no. Quien es infeliz en gran medida es porque no sabe desear bien y se centra en lo que no quiere en lugar de en lo que quiere.


Si analizamos, muchas veces nuestros deseos están mal enfocados. No nos centramos en lo que queremos, sino en lo que no queremos y el Cielo nos acaba dando siempre aquello en lo que estamos centrados. Veamos el asunto con ejemplos concretos. El deseo de tener dinero está muy extendido, pero muchos de los que ansían tener dinero en su fuero interno, dentro de sí mismos, se hacen planteamientos del tipo: “no quiero tener una vida miserable” y precisamente así se centran en el concepto de vida miserable y eso es lo que reciben de la vida.


Volviendo a nuestro caso de la consecución de los deseos, cuando usted centra su deseo en una afirmación negativa, del tipo “no quiero vivir en la pobreza” como lo que está emitiendo es la idea de pobreza se le responderá dándole más pobreza. Y eso no tiene nada que ver con que usted sea bueno o malo, de la misma manera que si cae de un quinto piso se romperá la cabeza con independencia que sea usted un santo varón o un demonio cojuelo. Usted y yo atraemos aquello en lo que nos centramos en virtud de la ley de atracción antes citada. Y como nos centramos en aquello que pensamos, es de vital importancia definir positivamente, qué es lo que estamos pensando. Usted es, y será, lo que piensa.


Los deseos deben pues, ser formulados en términos positivos y centrarse en aquello que queremos y no en lo que queremos evitar. Cuando hablamos de ejemplos puntuales todo parece muy fácil pero la vida, muchas veces, no lo es. Si queremos que estas líneas sirvan de algo no basta con decirle que usted atrae lo que piensa, sino que hay que ir más allá. Nuestras vidas suelen ser un caos de pensamientos y es difícil saber cuando nos estamos centrando en lo adecuado y cuando no. Para ello, contamos con un indicador estupendo, las emociones.


Siempre que usted se siente mal es debido a que los pensamientos que tiene en su cabeza no son los adecuados, hay un error en el procesamiento de los datos de su mente y ese error le lleva al malestar emocional. Veamos un ejemplo. La razón por la que tenemos terminaciones nerviosas que pueden producirnos en ocasiones dolor es para avisarnos cuándo ponemos en peligro nuestro cuerpo. Si yo pongo un dedo en la plancha me quemaré, eso me dolerá, pero ese dolor me permite retirar el dedo a tiempo y no destrozármelo, luego el sentir dolor físico tiene una utilidad inicial. Con las emociones pasa tres cuartos de lo mismo, nos ayudan a determinar cuando hay un fallo en lo que pensamos.


Somos seres libres y esa libertad nos permite elegir lo que pensamos, en consecuencia cuando tenga emociones dolorosas eso indica que debe cambiar su forma de pensar; y viceversa, cuando las emociones que vive son placenteras es señal que los pensamientos son correctos.


Elegir lo que pensamos es fundamental, porque atraeremos a nosotros aquello que pensamos. Pero tengamos siempre presente en qué estamos poniendo la fuerza de nuestro deseo, si en lo que queremos o en lo que queremos evitar y así lo atraeremos. Veamos de nuevo un ejemplo. Si usted piensa que su jefe es un hijo de p ..... por su comportamiento, pues sin duda lo será. Pero claro, sé que el lector siempre me podrá decir que es que el caso de su jefe es especial pues es un grandísimo hijo de p. pero esa es la realidad que creamos nosotros al verlo así. En casos de trato con personal, como el de un jefe que nos fastidia, una terapia útil consiste en intentar ver los puntos buenos de esa persona (todo el mundo tiene algo bueno). Eso hará que él vea, por la ley de atracción, los puntos buenos de nosotros y la relación podrá ser más fluida.


El Cielo, o el Universo llámele como quiera no tiene sentido del humor y si usted piensa en desgracias, en que es infeliz, en que quiere rehuir la pobreza, en que desea eliminar deudas etc., pues tendrá eso: desgracia, infelicidad, pobreza y deudas.


Pensar en positivo no es sólo ver las cosas buenas de la vida, es darnos cuenta de lo que tenemos que pensar , de elegir los pensamientos correctos y así centrarnos para recibir la realidad que creamos.


Para llevar nuestro proceso creativo desde nuestro pensamiento a la realidad hay tres fases:


Elegir lo que debemos pensar y en lo que debemos centrarnos. De eso ya se ha hablado antes, tan solo subrayar aquí que no es fácil veces saber exactamente qué es lo que queremos. Sin este paso, es decir establecer el “que” , no se puede avanzar.


El segundo paso es el “como” De esto se encargan “ellos” Llámeles ángeles, Fuerzas Cósmicas, Cielo, Universo etc. Nosotros ya no podemos hacer nada, de allí la importancia de la fe. Supongamos que usted desea tener pareja y su deseo ha sido correctamente planteado. La forma, el lugar y tiempo en que llegará es algo que escapa totalmente a su control y no por mucho salir a conocer gente alguien interesante aparecerá, pues la realidad no es un juego de probabilidades sino de deseos bien canalizados y quienes se encargan del “como” ya tienen sus métodos. Si analiza su vida verá que en muchos casos temas importantes se produjeron “por casualidad”


El tercer paso es el agradecimiento del logro y vivirlo en plenitud. Los hombres muchas veces cuando alcanzamos algo nos parece insuficiente y nos olvidamos de agradecer a la Vida (en mayúsculas) ese hecho, para luego sentirnos insatisfechos por lo recibido y pedir más y más, sin vivir la plenitud del momento. Entonces el gozo de la creación de la realidad se difumina pues no nos apercibimos de lo que hemos logrado. En inglés se dice: “think and thank” (piensa y agradece).


Por último no debemos olvidar la entrega a los demás. Lo que es bueno para uno debe ser bueno para el mundo, sin ello no funciona el juego del deseo. El Cielo funciona con Amor y en consecuencia lo que nos dé debemos darlo para el bien de todos. El egoísmo, entendiendo este como amor solo a nuestro propio interés, no es un pecado, es una estupidez ya que no da felicidad alguna.


Actualmente existe en el mercado mucha bibliografía que trata sobre la ley de afinidad de la que se ha hablado y de la importancia de que somos lo que pensamos. Incluso ha aparecido una película. “El Secreto”. que trata sobre ello. El concepto se repite una y otra vez y aunque pueda parecer en ocasiones algo pesado, es importante recordar que somos lo que pensamos y atraemos aquello en lo que estamos pensando.




Que la Fuerza le acompañe,



Juan Pedro


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