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Tiempo de sombra


Una de las características de los tiempos que corren son las situaciones personales conflictivas que aparecen en nuestras vidas. ¿Qué pasa para que esto sea así? Pues bien, a nivel de humanidad estamos en unos momentos en los que se está produciendo una manifestación de nuestra “sombra”. Y ¿qué entendemos por sombra? Veamos un poquito ese concepto para luego entender mejor lo que nos pasa.


A lo largo de nuestra vida, desde nuestra tierna infancia, nos vemos obligados a elegir y de esta manera vamos forjando nuestra personalidad, nuestro ego propio. Por ejemplo cuando a un niño se le dicen cosas como “los hombres no lloran, debes ser valiente” asume como propio esa idea y desdeña toda sensibilidad y debilidad, de manera que establece una base normativa de cómo regir su vida en función de lo que ES o quiere ser.


Cada vez que decimos “yo soy esto”, debido al mundo dual en que nos movemos, estamos afirmando un “yo no soy aquello” y todas esas negaciones son aparcadas y arrinconadas en un saco, que Jung y los suyos llaman “sombra”.


Ahora bien el que algo esté en la sombra no quiere decir que desaparezca, simplemente está, pero oculto. Vamos al ejemplo del hombre que ha asumido que debe ser fuerte y no sensible, y se enfrenta a una situación en la que tiene ganas de llorar. El hecho que sea capaz de controlar sus lágrimas no hace que el sentimiento desaparezca, de manera que aunque su sensibilidad quede recluida en la sombra, está allí. La sombra crece y crece a lo largo de nuestra vida y no podemos hacer nada para que no siga su curso, ya que en definitiva la propia afirmación de la personalidad nos obliga a crear una sombra de aquello que no queremos ser. Y es que precisamente eso es la sombra; lo que no queremos ser, la parte oscura de nosotros mismos.


Debido a que en la sombra ponemos todo aquello que no queremos ser, en la sombra está todo lo que consideramos negativo, malo, hasta diabólico. Y así damos un juicio normativo de “bien – mal” a situaciones que son neutras. ¿Porqué un hombre no debe llorar? ¿porqué eso supone “ser fuerte”? No hay más razón que la que queremos darle nosotros. De manera que en la sombra reside todo lo que no queremos ser.


Y ahora la vida, el cosmos, la existencia, o como quiera usted llamarle, ha decidido que es el momento para que esta sombra salga a flote. Y ello nos origina conflictos. Pongamos ejemplos para aclararnos. Conozco una persona que considera a la familia como algo muy importante y así a sus 32 años vive con los padres y trabaja en el negocio familiar. Desde luego no hay nada de malo en ello, pero claro, con esa concepción también ha generado una sombra: la de la independencia (si la familia es lo bueno, separarse de la familia es lo malo). Pues ha llegado el momento en que la vida le muestra esa sombra y la persona en cuestión discute con su entorno y finalmente tiene que dejar la vivienda y hasta el negocio. Sin duda eso es un conflicto y la chica lo puede pasar mal, pero en realidad es un regalo de la vida que le enseña que esa parte oculta de la independencia está en ella y por consiguiente tiene que vivirla. La vida nos dice: “o aceptas esa sombra o te la pondré delante para que la veas”


La crisis son efecto también de estas sombras que se manifiestan. Nos han enseñado a que es “bueno” crecer y crecer y claro la manifestación de la sombra es: pues ahora a decrecer. Creemos que es bueno vivir con seguridad económica, pues ahora que despierta la sombra se nos dice: vas a vivir desde la incerteza de donde vas trabajar.


Otra forma curiosa de manifestarse la sombra es a través de las circunstancias que nos plantea la vida. Por ejemplo quien es racista ve como su hija trae a casa un novio negro, o la elegante secretaria de dirección de alto standing pierde su empleo y tiene que ir a trabajar en el duro y no aséptico mundo fabril, etc.


De la misma manera que existe una sombra individual existe una sombra familiar, y hasta nacional en donde iría a parar todo aquello que no se quiere que sea la familia o la nación. Se integra en nuestra personalidad y en nuestra sombra no solo lo que pensamos de las cosas, sino lo que nuestro entorno piensa que han de ser las cosas. Es decir ya no estamos solos a la hora de decidir qué es bueno o malo, sino que también lo que nuestro entorno piensa que es bueno o malo nos influye en gran manera.


Frente a un conflicto pregúntese: ¿qué sombra se me está mostrando?


Pero debemos tener claro que lo que nos sucede en la vida nunca es para fastidiar al Ser, es para que el Ser se reconozca, acepte y evolucione. ¿Se puede evolucionar por una crisis? Si esta existe es porque no hay otra manera de hacerlo.


Tenemos ya definido qué es la sombra y qué la origina, ahora hace falta saber que hacer. ¿Es posible no generar sombra? Viviendo en un mundo dual, donde elegir es preciso, parece imposible no generarla, de manera que es necesario dar un paso más y ver qué hacemos con ella. Y, junto a todos los tratados de psicología, llegamos a la conclusión que es preciso “integrar” la sombra en nuestra personalidad.


Ahora bien, la pregunta es ¿cómo integrarla? Y llegado a este punto los libros de psicología parecen ambiguos, de manera que hemos de ir algo mas allá de la estructura mental para encontrar una respuesta.


Y es que ahora el esquema cartesiano mental no nos es suficiente. Si el ego, la personalidad está formada por aquello que queremos ser y la sombra por aquello que no queremos ser, en buena lógica no podemos integrar lo que es con lo que no es; es decir no puedo ser algo y a la vez no serlo ¿verdad?


En realidad el problema no está en crear sombra o no crearla, el problema reside en el componente normativo que damos a lo que aceptamos como nuestro y a lo que ponemos en la sombra, es decir a establecer “esto es bueno y lo acepto en mi persona” y “esto es malo y lo relego a la sombra.” La solución así no pasa tanto por no juzgar (que supone ya establecer que existe sombra) sino por aceptar y comprender. ¿Qué es el bien? ¿Qué es el mal? No importa la respuesta pues no hay que plantearse la pregunta.


¿Es malo matar a un inocente? Si no hubieran matado a Jesucristo el mundo no hubiera evolucionado. ¿Es malo que haya hambre? Si no hubiera hambre no se despertaría la misericordia de quienes no la pasamos(lo triste es que tengan que pasar estas cosas para que los humanos seamos sensibles al prójimo) y como estas se pueden hacer miles de cuestiones. Se dice que el mal es el suelo para que se asiente el trono del bien, y ejemplos como los expuestos dan a pensar ¿no?


Nuestras crisis personales son la manifestación de nuestra sombra y la única posibilidad para convivir con ella es ser capaz de mantenerse estable en la luz y en la sombra aceptando que todo es parte de lo mismo: de nostros mismos.


Pero si lo que buscamos son soluciones y para ser prácticos, la idea de aceptarlo todo, no es tan fácil de aplicar como de conocer mentalmente. Llevamos años actuando de otra manera y no es posible de un plumazo ver las cosas de otra manera, así hay que buscar una solución asequible a nuestra realidad, algo que podamos implantar en nuestras vidas y que sea práctico.


Y la respuesta a esta búsqueda la encontramos gravada en los dinteles del templo de Apolo de Delfos. Habían allí dos preceptos:


- Conócete a ti mismo . Es importantísimo este punto para ser conscientes de las razones por las que aceptamos algo y enviamos su contrario a la sombra. Así siempre llevaremos el control de qué es lo que estamos alimentando en nuestro interior sin dar a ello un excesivo carácter normativo.


- Nada en exceso . Cuando hay un exceso en el ego hay un exceso de igual magnitud en la sombra, que tarde o temprano se manifestará, y si no lo hace de manera explícita, la sombra incordia tanto que la vida se convierte en un infierno. El tema sexual, que nuestra cultura arroja a la sombra, es un ejemplo en que el represor es un reprimido y a la vez un sátiro no manifestado que cuando lo haga se volverá un monstruo o si no lo hace se carcome en un deseo no realizado


Pero estos consejos del templo de Delfos son un “apaño” una pequeña chapucilla, la solución pasa por aceptarlo todo, pues quien acepta todo, comprende todo, quien comprende todo, perdona todo, y quien perdona todo ..., ¡¡¡ es parte de Dios!!!


Pero bueno, si usted está inserto en un problema el saber la causa le puede ayudar a que no se produzcan más pero no le resuelve su incómoda situación actual.


¿Solución práctica? Recordar dos frases que aparecen en la oración de Santa Teresita de Lisieux y que dicen:


“no olvides las posibilidades infinitas que nacen de la fe”,


y sobre todo la que expresa:


“que puedas sentirte satisfecho sabiendo que eres un niño de Dios”.


Grábeselas en su memoria, o mejor aún en su inconsciente. Inclúyalo entre Los mantras, que más le gusten, pues para quien es realmente capaz de integrar esos conceptos en su piel, en lo más profundo de su creencia, todo problema perderá su fuerza.




Que la Fuerza le acompañe,



Juan Pedro


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