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Conclusión final sobre las enfermedades


Se ha hablado aquí de algunas enfermedades intentando explicar, de forma clara, lo que nos indican. Quien quiera profundizar más en la materia y conocer más interpretaciones de enfermedades no tratadas en nuestro escrito, le remitimos al buenísimo libro “la enfermedad como camino” de Thorwald Dethlrfsen, editado por DE BOLSILLO.


Pero ahora hay que hacerse la última pregunta: ¿qué podemos hacer? Hemos visto que cada enfermedad nos quiere mostrar algo de nosotros mismos. Por ejemplo si una persona tiene problemas de convivencia que no quiere aceptar, y culpa al entorno de ello, eso le puede llegar a acarrear una piedra en el riñón, o aquellos que no quieren ver el lado emocional de la vida pueden enfrentarse a problemas de corazón. Está claro que la enfermedad nos muestra algo que NO queremos ver.


La solución es entonces:

abrir los ojos.


Todo se reduce al famoso “conócete a ti mismo” que los siete sabios de Grecia pusieron en el frontispicio del templo de Delfos. La enfermedad nos lleva al polo opuesto en el que estábamos para llegar a un equilibrio: quien sufre lumbalgia porque se carga demasiado es obligado, por el dolor, a reposar, así se equilibran las cosas. La enfermedad nos enseña lo que no queremos ver, nos muestra la parte oscura nuestra que tenemos reprimida. La enfermedad trabaja nuestra sombra, y la única manera de tratar a esta es poniendo luz, iluminándola.


Ello nos lleva a otro principio que se deduce de todo lo dicho:

aceptación de cómo somos

. Si tras una enfermedad nos damos cuenta que tenemos agresividad reprimida de nada sirve seguir reprimiendo nuestro carácter ya que en ese caso “obligaremos” al cuerpo a que enferme para indicarnos que vivimos reprimidos. Así después de ese “abrir los ojos” hay que aceptar lo que somos. Esto, (espero), sea fácil de entender, pero no lo es de practicar por los miles de años que el hombre se ha negado a reconocerse a si mismo.


Nos empeñamos en cambiar el mundo y nuestro entorno cuando todo está en nosotros. La razón de tener esta existencia en la tierra no es la de cambiar las cosas externas, sino la de tomar conciencia de lo que somos, de la necesidad de unir lo dual, y en ello la enfermedad actúa como un indicador, hasta como un maestro. Del alumno depende aprender.


Se nos enseña desde pequeños miles de cosas superfluas, pero lo más trascendental, la conciencia de lo que somos, queda relegada a un segundo plano. Hasta la espiritualidad se ha llegado a vender como si de una carrera se tratase con niveles de iniciación a alcanzar y todo eso sin darse cuenta que desde el Yo mundano no se puede acceder al Ser por la simple voluntad, de la misma manera que desde la voluntad mental de querer dormir no podemos forzar el sueño. ¿Qué nos queda entonces? Pues la aceptación de lo que somos, de nuestro origen divino y vivir en y desde el Amor, pues sólo este es capaz de fusionar la dualidad que nos genera los conflictos que vivimos..




Que la Fuerza le acompañe,



Juan Pedro

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