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Consciecia de quien soy


Este título podría parecer un tanto rimbombante y filosófico pero en realidad es de una importancia práctica fundamental pues en función de la conciencia de lo que soy veré la vida de una u otra manera e igualmente la evolución de mi ser será diferente en función de ello. Empecemos a explicarnos un poco.


Bajo el término “consciencia” ahora queremos definir cómo nos vemos a nosotros mismos y vamos a establecer diferentes niveles de ser. Que quede claro que no se pretende fijar nada como más o menos “bueno” sino simplemente que cada nivel es diferente de los otros.


El primer nivel seria la consideración del hombre como materia-energía, es decir somos un cuerpo material con posibilidad de moverse, crecer, etc. Los guerreros en la edad media por ejemplo cuya única finalidad en la vida era luchar en guerras, matar al enemigo, robarle sus bienes, disfrutar del trabajo de los otros, hacer esclavos etc. vivían plenamente a este nivel. En realidad todo aquello que nos mueve a comportarnos buscando placer físico entraría en la consideración del hombre como materia.


Claro que expresado así podría parecer que el hombre del siglo XXI ha evolucionado y ya no está en ese nivel tan “bajo”, pero hay por lo menos dos referentes que nos indican lo mucho que estamos ligados a esa consideración de ser cuerpo. La primera el miedo a la muerte y la segunda la importancia del sexo. Quien teme a la muerte (y eso es lo más normal en nuestro mundo) es por la identificación de su ser con su cuerpo y claro como la muerte es la aniquilación del cuerpo el miedo es porque “si pierdo el cuerpo … ¡qué será de mí!”


Sobre la importancia que se da al sexo en nuestra sociedad, es tan evidente que no hace falta ni demostrarse. En resumen, nuestra cultura aún identifica mucho, muchísimo, el ser con el cuerpo.


Pero claro, definido así uno teniendo en cuenta que es materia puede pensar ¿acaso alguien no se identifica con su cuerpo? Pues bien, los monjes tibetanos que son capaces de meditar sobre la nieve de las montañas del Tíbet cubiertos con sólo una especie de sábana y son capaces de sudar mientras meditan, consiguen eso precisamente porque es su meditación “superan” su consideración de cuerpo. Cuando San Lorenzo dijo mientras le estaban quemando eso de “dadme la vuelta que de este lado ya estoy tostado” no creo fuera por un comentario cínico sino porque en su nivel ya había dejado la consideración de sí mismo como cuerpo. Cuando Santa Teresa dice eso de “muero porque no muero” está expresando sus ganas de dejar de ser cuerpo físico pues ya no se considera a sí misma como tal. Y en general eso se puede aplicar a todos los místicos. De manera que SI hay casos humanos que superan el considerarse cuerpo.


En resumen: quien se considera materia, o mejor dicho siempre que nos consideremos materia, a lo máximo que se puede aspirar en la vida es al hedonismo del placer, pero este tiene un “problema” que el tiempo es limitado. Por ello sus efectos son pasajeros.


Un segundo nivel de aquello que podemos considerarnos que somos es el de vernos como una personalidad concreta. Eso de “yo soy así” y claro eso supone una doble vertiente, la consideración como ser emotivo y como ser racional. A este nivel lo que me define no es ya mi cuerpo físico sino mis pensamientos y emociones. Aquí se engloba la mente, no lo olvidemos por lo que sigue. Y está muy extendida esa consideración en nuestros días. La característica de la personalidad es la dualidad. Todo lo que pensamos y que sentimos tiene, por definición, su contrario. Si pienso que me gusta esto es porque hay un contrario que me disgusta, si creo esto es porque considero su opuesto como falso. Vaya que todo lo que usted puede sentir o pensar, para existir, tiene que tener un contrario. Para que usted defina el blanco tiene que definir el negro por ejemplo. Así con todo. De hecho si usted piensa “¿qué puede haber que no tenga contrario?” no hallará respuesta pues precisamente cuando “piensa” está utilizando la mente, y la mente forma parte de este nivel. Para ver qué es lo que no tiene contrario hay que subir de nivel, ya lo haremos.


Pero lo más curioso de este nivel es que siendo dual pretende establecer criterios absolutos. Por ejemplo la mente y las emociones dan una definición de “bien” y con ello, por supuesto, están dando una definición de mal. El concepto racional de creer en un “Dios bueno” lleva a la idea de creer en un contrario, en el “demonio malo” por ejemplo, sin darse cuenta que Dios como absoluto no puede tener contrario (de nuevo está en otro nivel el concepto) . Y todas esas posiciones duales están basadas en una “referencia superior” Pongamos un ejemplo.


Evidentemente todos los lectores consideraran que lapidar a mujeres adúlteras como se hace en Nigeria está mal, muy mal. Pero en los casos en que la mujer ha sido condenada por un juez islámico, este lo hace con el convencimiento que hace “el bien” al cumplir la ley islámica. En otro punto se abordará el tema para que no parezca que defendamos esta práctica, pero lo que es evidente que la idea de bien/mal está en función del criterio de referencia que se tome.


Lo mismo es aplicable a todos los conceptos. En el siglo XVII las mujeres “guapas y bellas” eran las gordas, como se puede ver en el cuadro de “las tres gracias” de Rubens. En aquellos tiempos nadie hubiera considerado guapa a Shakira, y a Selena Gómez no le dedicaban ni un vistazo.


En resumen la dualidad depende siempre de la referencia de que se parta


Pero sin embargo el tema mental parece escaparse de esta definición. Los hombres de nuestro tiempo queremos establecer algo no dual y a eso que es NO dual le llamamos verdad y se intenta que esa verdad no dependa de nada. De hecho cualquier cosa que lee, estudia o aprende (incluyendo esto) pasa por el tamiz de su razón que lo establece como verdadero o falso. Y claro ¡creemos en la ciencia!


La matemática nos dice “la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos” Creemos es así y no puede ser de otra manera. Pero en realidad esto solo es cierto en lo que se llama espacio euclídeo de manera que no es ni siquiera esa definición siempre cierta.


Usted considera que el tiempo tiene un pasado un presente y un futuro pero mentes brillantes como la de Stephen Hawking podrían demostrarle que el tiempo es curvo (yo no lo entendí pero los más listos que yo sí) De manera que hasta conceptos que tenemos como de una verdad absoluta se vuelven relativos en función de la referencia que toman.


Como ser identificado con su personalidad y en esa búsqueda de imponer un criterio sobre otro podrá aspirar como máximo a llegar a un estado de euforia (que NO es felicidad) cuando logre lo que quiere. Pero claro de la misma manera que puede estar alegre cuando gana su equipo, o l e quiere fulanita ( o fulanito) o le suben el sueldo, será desdichado cuando pierda su equipo, le abandone su amante o le despidan de su trabajo.


La mayor parte de la humanidad vive con esa conciencia de ser, de personalidad, basada en emociones y pensamientos, creyendo que existe “la verdad” de la ciencia y la idea del “bien” de manera absoluta y así busca un estado de felicidad que no puede alcanzar por una sencilla razón, porque la felicidad se haya en el nivel superior del que se hablará a continuación.


El siguiente nivel es vernos como aquello que “somos” en esencia, en aquello que no cambia, en nuestro YO mas profundo. Aquí cada vez es más difícil definir este nivel pues usted me está leyendo desde la mente, es decir desde el nivel inferior, y ahora estamos en uno superior por lo que vamos a tener que usar la analogía. Pues bien, su cuerpo ha cambiado desde que tenía tres años, probablemente no le queda ni una célula de entonces, sus emociones de quince años no son las de ahora ni mucho menos su forma de pensar, pero usted sigue siendo el mismo, sabe que es mismo niño o joven y ahora es adulto. Eso que permanece en usted es su identidad y a esa identidad le vamos a dar un nombre para aclararnos. Llamémosle “yo superior”, “yo verdadero” “alma” o lo que quiera (ahora no estamos dentro del mundo mental donde toda definición debe concretarse) Sólo situados a ese nivel seremos capaces de vencer la dualidad y ser felices (que no sólo alegres o eufóricos) ya que estado de felicidad supone alcanzar la consciencia de nosotros mismos como Alma.


Y claro dicho así parece todo muy fácil y ahora la pregunta que se hará el lector es “¿Y cómo lo consigo? ¿cómo lo hago?”


Y llegado aquí hay uan consideración importante: todo "cómo" es hijo de la mente


Y como producto de la mente no le funcionará para subir de nivel. Esto es bastante triste pues sería muy agradable darle un manual que le dijera: “haz tres días de ayuno, sube al Himalaya, reza 30000 oraciones … y estarás iluminado” pero no puede ser así. Que esas vías le pueden ayudar, si, pero no tienen por si solas que llevarle a este nivel que estamos hablando. Por supuesto que el estado al que llegó la mística Santa Teresa de Jesús fueron útiles sus oraciones pero otros que rezaron más que ella no lo alcanzaron. Aquí no sirve el principio de causa-efecto (eso es del mundo mental) aquí las normas son otras.


Pero claro, si le digo que no hay un “cómo” puede pensar “¿y de que sirve leer todo esto si no me dice como lo hago?’” Pues lo gracioso del tema es que no hay un cómo porque sencillamente YA ESTAMOS EN ESE NIVEL , solo hace falta darnos cuenta. Es lo que los iluminados llaman “despertar” . Ya estamos ahí solo hace falta darnos cuenta de ello, de que no somos cuerpo + energía + emociones + pensamiento sino que somos algo que soporta todo eso, una entidad llamada yo superior o alma.


Y viviendo en esa concepción de Alma las normas de juego son diferentes. Enumeremos algunas en contraposición con los anteriores niveles.


Mientras la razón cree que la vida la rige el principio de causa y efecto el Alma cree en los milagros que superan esa consideración. Y aquí hay un punto importante: para que en su vida aparezcan milagros debe creer en ellos pero no como si fuera un inversión para lograr algo sino como una extensión de algo importantísimo en este nivel: LA FE.


Desde la visión del Alma la vida tiene un sentido, desde la del cuerpo no hay mas sentido que la búsqueda de placer.


Desde el Alma se cree en la intuición y en poderes que superan la lógica. Desde el Alma no hay imposibles, desde la razón o las emociones todo se limita al concepto que se toma de referencia. Así desde el Alma se vive entre humanos pero no de la manera habitual sino desde la plenitud de saberse más que un cuerpo y una personalidad mental y emotiva.


En resumen se podría decir que desde el Alma puede entender el mundo aunque el mundo no le entienda a usted.


Por último tendríamos un nivel más elevado, al que llamaremos Espíritu. En él todo está conectado, no hay diferencia entre el tu y el yo que define la mente y hasta el Alma individual. Aquí los principios absolutos existenten como el Amor verdadero pues cuando se ama de verdad no puede haber odio ya que si llega a haber odio es que ese amor no era verdadero. Aquí Dios no tiene contrarios y lo abarca todo, todo es Dios y Dios está en todo. Aquí el dolor al prójimo (caso de la lapidación) es daño a mi mismo pues todos somos uno. Y si antes estábamos en el nivel místico ahora este nivel correspondería a la esencia Kristica (que supera mucho la idea de una religión) Claro que llegar a este nivel … es el fin de la evolución humana.



Que la Fuerza le acompañe,


Juan Pedro



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