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La fe que mueve montañas


En Espiritualidad el concepto de fe es fundamental, de hecho en ella se basa todo lo que es espiritual, como a continuación se explicará, y es que en el fondo son dos conceptos casi sinónimos. Pero sin embargo cuando pensamos u oímos sobre una persona que tiene mucha fe enseguida nos viene la idea que se trata de alguien que es muy religioso, que tiene unas creencias de una religión concreta y confía mucho, o ciegamente, en ellas.


Pero eso NO es fe, eso son creencias


Lamentablemente es muy normal identificar ambos conceptos. A esto ha contribuido el hecho que en el alemán, idioma fundamental en filosofía y en religión pues fue la cuna de los llamados “protestantes” con Martin Lutero a la cabeza , se utiliza la misma palabra: "glaube" tanto para “fe” como para “creencia”. Y es importante saber distinguir pues a menudo incluso en lenguas como la nuestra, fe y creencia se asumen como sinónimos. Y esa correspondencia lleva a graves errores.


Expliquemos un chiste para empezar.


Un matrimonio acude a la iglesia por primera vez y ese día el párroco está leyendo el Evangelio de Mateo 20,17 en el párrafo que dice:


si tuvierais fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: muévete de aquí a allá, y se movería, y nada os sería imposible


Esa frase le llama mucho la atención a la mujer y cuando llegan a casa esta le dice a su marido:


- “ mira, como ya sabes desde la ventana de nuestro dormitorio no podemos acceder a ver la hermosura de todo el prado debido a esa pequeña colina que nos tapa la vista. He pensado que como el Evangelio es Sagrado y lo que dice tiene que ser verdad si tenemos fe como un grano de mostaza, y eso no parece mucho, podremos mover ese montículo”


De esta manera el matrimonio se pasa horas en la noche rezando el Credo: “Creo en Dios Padre, Todo Poderoso, creador del Cielo y de la tierra …”


A la mañana siguiente la mujer se levanta, corre la cortina del ventanal y exclama enojada:


- “lo sabía. Sabía que no iba a funcionar”


¿Qué pasa aquí? ¿Es mentira lo que se dice en el Evangelio? No.


Pero para ello hay que ver la diferencia entre fe y creencia. Creer supone aceptar algo que has oído o leído, por ejemplo que Londres tiene una población de ocho millones, y en términos religiosos creer supone aceptar una historia que te cuentan de un personaje, ya sea Jesucristo, Buda o quien sea, y luego se añade la idea de que si crees esa historia estás salvado y sino estás condenado.


Esto es aplicable a todas las creencias religiosas desde las cristianas a las musulmanas pasando por las hinduistas, pero eso NO ES FE, y eso no mueve montañas. Y lo que es peor, tampoco supone “estés a salvo” de nada.


En realidad eso es llevar al plano espiritual un contrato como los que hacemos en la tierra. A los terroristas suicidas les convencen diciéndoles que si mueren por su causa irán a un paraíso donde les esperan las huríes del profeta. En resumen, el ser humano que ha construido un Dios a imagen y semejanza del hombre pretende hacer desde la tierra una especie de código celeste. Un resumen de normas que tras cumplirse se llega a la salvación.


Y ahora que se ha definido lo que no es fe, vamos a investigar a esta desde un concepto amplio, no desde una definición que, como todas, sería incompleta.


El significado profundo de fe es poder, por lo tanto si tienes fe tienes acceso al poder, a “eso” que yace en todo lo que existe, a la esencia. Fe es sentir en uno mismo el poder de la vida, pero NO de su persona, sino de lo profundo de su ser, de su interior.


Quien tiene fe no se considera persona, se sabe (sin lugar a dudas o dualidad) que se ES algo que subyace en el interior de la forma. Algo que está en la profundidad del cuerpo, mente y emociones que identifican al ser humano. De ello se habló ya en el articulo sobre el ego por lo no procede repetir la diferencia entre la manifestación de lo que parecemos que somos y lo que realmente somos, pero lo que queremos decir ahora es que quien tiene fe se asimila a la consciencia profunda que subyace en nosotros. Tener fe, en otras palabras es identificarse con quien realmente eres en tu esencia.


Y para llegar a tu esencia se hace preciso vencer el ego , controlar la mente, , y tener confianza al sentirte Uno con el Todo. Esos son los tres artículos más importantes de esta web (por encima de mis libros) y llegando a ellos se alcanza la fe. Y viceversa, es decir por la fe alcanzamos esas metas. Analicemos el camino.


Llegar a la esencia supone no identificarse con la personalidad, cuanto más fuerte sea la personalidad menos se puede profundizar en lo que realmente uno es.


Y para justificar esto nada mejor que la etimología. La palabra persona significa, como puede verificar clicando en la palabra, mascara. Entonces, si la personalidad es la máscara, ¿Qué es lo que hay detrás?


Pues usted, su esencia. o su consciencia, como se llamaba en el artículo del ego


Cuanto más desarrolle la personalidad, cuando más grande sea la máscara, mas tapada estará la esencia. Y viceversa. Esto no quiere decir, que quede claro, que se debe abandonar la personalidad propia, pues hace falta la personalidad para el desarrollo de la acción en la tierra, pero lo importante es no identificarse con esta personalidad.


Cuanto más viva desde la esencia, desde su propio ser, menor será la fuerza de su ego, mente y la carga de inseguridad que ambas llevan consigo.


Jesucristo y Buda vivan desde la esencia, ¿sabe cuantos libros escribieron? Ninguno, fueron sus discípulos quienes los escribieron, ¿Por qué? Porque su ejemplo era su vida, no su personalidad. Y vivían desde la esencia, no desde la máscara.


La felicidad se encierra en vivir en la esencia, no en la máscara de la persona. De manera que nos han mal educado haciéndonos creer que a base de ser más importantes, de tener una personalidad reconocida, de afianzar nuestro ego, etc, seremos más felices, cuando es precisamente todo lo contrario.


Es difícil de aceptar esto de que la felicidad sea inversamente proporcional al ego, a lo importante que se crea uno, y ello se debe a que conocemos poco de los demás, pero hay un ejemplo reciente que lo demuestra. Recientemente se han celebrado las olimpiadas en Rio. Pues bien, uno de los más grandes tenistas de todos los tiempos, Novak Đjoković, quien ha ganado todos los concursos importantes, tiene una fortuna, es reconocido y admirado etc, se puso a llorar desconsoladamente al perder su primer partido. Era profundamente infeliz. ¿Por qué? Porque su ego no podía entender haber sido eliminado en primera ronda. No era infeliz por perder, era infeliz por tener un ego enorme. Ello sucede a muchos deportistas de élite. Pero volvamos a nuestro tema.


Cuando se vive desde la esencia se tiene el contacto con el todo, pero entonces las acciones no serán egoicas, no se serán como la mujer del chiste que quiere mover esa montaña porque le molesta, cuando se vive desde la esencia, desde la fe, se está fusionado con el todo, y ese es el poder que mueve montañas. Dios, para decirlo de algún modo, no está separado de mí si soy la esencia no la persona, y entonces si que puedo, por tener a Dios dentro de mi, mover montañas.


Dios a través de mi es quien mueve montañas. Es fácil para Jesucristo decirlo, porque él tenía esta conexión del ser, de su ser identificado en humano, con El Ser y así son uno, que es lo que la iglesia cristiana llama “consustancial” o “de la misma naturaleza que el Padre por quien todo fue hecho.


En la orden cartujana las celdas son más grandes que en otras ordenes debido a que se pretende que el monje sea capaz de: separarse del mundo, separarse de la orden, y separarse de si mismo. ¿Cómo es posible esto último? Viviendo la esencia y separándose de la personalidad.


Esto puede parecer muy bonito pero poco práctico para el hombre de hoy en día, así que hay que preguntarse: ¿Qué aporta la fe? ¿supone que las cosas nos irán siempre bien? ¿Qué nunca perderemos nuestro trabajo? ¿Qué no enfermaremos? ¿Qué ganaremos dinero? ¿Qué tendremos éxito social? pues no, porque todo ello se refiere a la personalidad, que es precisamente con lo que alguien que tiene fe no se identifica.


Lo que sí aporta la fe es la ausencia de miedo. Porque quien tiene fe es capaz de aceptar lo que sucede entendiendo que la unidad con Dios, de la que ahora se forma y siente parte como un todo y no como un ser separado que se manifiesta con máscara, tendrá “algún” motivo ya que nada en el Universo es azar y quien tiene fe está integrado en el universo, en el Todopoderoso y no es parte separada de Él o en confrontación con Él.


¿Quiere medir su fe? Mida su nivel de miedo de sufrimiento, de preocupación. Si es alto le falta fe.


Santa Teresa que vivió en la fe puede decir entonces eso de:


Nada te turbe
Nada te espante
Todo se pasa.
Dios no se muda
La paciencia
Todo lo alcanza
Quien a Dios tiene
Nada le falta
Solo Dios basta


Quien tiene fe no tiene miedo y quien tiene miedo no tiene fe.


Que quede claro que fe y creencia no es lo mismo, pero: ¿de que sirven entonces las creencias y las religiones que las sustentan?


Pues sirven como medios, meros medios, para acercarnos a la fe, a la vida en la esencia de consciencia de quien somos, pero son un medio, NO son un fin en sí mismo.


Una creencia me es útil si me acerca a la esencia, ese es su valor.


Pero dentro de ello hay la gran amenaza cuando una creencia para volverse hegemónica promete establecer un contrato con el creyente ofreciéndole bienes o recompensas si se hace algo y castigos si se hace lo contrario.


Cuando una religión intenta decir que si haces esto o aquello tendrás el apoyo de Dios y todo te irá bien, está tratando a Dios como si fuera un fondo de inversiones que si compra buenas acciones hará ganar dinero a los suyos. Pero no es así. Eso es la que podríamos llamar “teología de fondo de inversión” :-)


Es muy humano eso, pero ello es humanizar a Dios, al Todo. Recientemente conozco el caso de un padre que cuyo hijo enfermó de gravedad. Al sanar, puso de comentario en su whatsapp “Doy gracias a Dios”. Entonces, si no hubiera sanado es evidente que no hubiera puesto nada. Eso es aceptar a Dios en función de los resultados que aporta, eso es la “teología del fondo de inversión” de la que hay que huir.


Al respecto la liturgia católica en la Segunda Plegaria Eucaristica nos dice:


En verdad es justo y necesario,
en nuestro deber y salvación
darte gracias, Padre santo,
siempre y en todo lugar,


Es decir quien tiene fe, quien vive desde la esencia, agradece siempre, sea cual sea el resultado. Evidentemente todos queremos que el niño de esa persona sane, pero tener fe nos permite aceptar lo que no nos gusta. El dolor existe para la personalidad, cuanto más seamos esencia menos poder tiene en nosotros el sufrimiento. Y ser esencia es tener fe.


Veamos otro ejemplo lejos de nuestra cultura. Probablemente le suene el libro chino del Tao-te Ching del que se habla en otro punto al que puede acceder clicando sobre la palabra. Pues bien, la palabra “Te” podría traducirse como “poder” y el “tao” cuyo simbolismo sería una cabeza que da un paso, nos indicaría el camino. En consecuencia ese libro habla del camino hacia el poder, a ese poder que hemos llamado fe y que nos une con la Fuente de Poder.


Pues en el cap. 50 nos dice:


Aquellos Que han aprendido la verdadera vida, caminando por la tierra, no tienen miedo de rinocerontes ni de tigres y, entrando en una batalla, no tienen miedo de los soldados armados. El rinoceronte no tiene donde clavar su cuerno en estas Personas; el tigre no tiene donde poner sus garras sobre Ellas y los soldados armados no tienen donde golpearlas con sus espadas. ¿Por qué es así? Porque para tales Personas, la muerte no existe.


Es decir eso de “aprender la verdadera vida” sería el superar la personalidad para ser la esencia, y para la esencia la muerte no existe.

El mismo mensaje puede encontrarse en el Evangelio, donde Cristo, el vencedor de la muerte, viene a ser como dice el Tao de esas Personas para quien la muerte no existe.


Por último hay que preguntarse: ¿En que quedan los códigos morales de creencias y religiones?


Hay que aceptar que existen actos que nos alejan de la vida de la esencia, en concreto todos los actos de odio, y así nos alejan de vivir la esencia, de vivir la fe, y en la medida que los pongan de manifiesto las creencias religiosas estas serán efectivas.


Todo son caminos, la creencia es un camino, pero no la meta. La meta es el poder de la fe que mueve montañas y posicionarse en él.


La liturgia habla en clave, pues pretende ir a la esencia y es un peligro enorme intentar entender las enseñanzas a nivel textual como si la vida de los seres superiores que relatan las religiones fuera una crónica periodística. Cada uno debe profundizar en ello en cuanto se quiera acercar a si mismo y no a la máscara de la personalidad, pero siempre cuidando que la creencia no agrande esa máscara, como lamentablemente tantas veces sucede.


En resumen, para tener fe no hay que creer particularmente en nada, basta con saber y vivir con la consciencia de ser uno mismo y no una personalidad con creencias.


Que la Fuerza le acompañe,




Juan Pedro



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