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Padre Nuestro


Vamos a comentar detenidamente uno de sus mensajes principales. Nos estamos refiriendo a la oración que nos dejó para que orásemos. Son mucho mas que palabras, son el secreto para ser mejores personas y hacer que el mundo sea mejor para nosotros.


Pero bueno, empecemos ya a analizar el mensaje frase a frase.


Dice así:


- Padre nuestro.


Tenemos dos significados, pero tan relacionados, que han dado nombre a la oración del Padrenuestro; empecemos primero, por el de Padre. Todos sabemos las virtudes que debe tener un buen padre: la bondad, el amor, la protección a sus hijos, etcétera. Si somos capaces de ver todo esto en Dios nuestra vida gana enormemente, pues si nuestro padre está a nuestro lado no tenemos nada que temer. Cuando somos niños pequeños no nos preocupamos de si tendremos dinero suficiente para vivir en nuestra casa o si tendremos comida, de todo eso ya se encargan nuestros padres y nosotros podemos vivir sin miedos. El ser capaces de entender que Dios es nuestro Padre debería conducirnos al mismo fin. Los niños saben que si su padre está allí nada hay que temer, que sólo su padre les basta. Las características que definen el concepto de padre, aplicadas a la Divinidad se multiplican por infinito y esto supone no sólo que tenemos mucho, sino que lo tenemos todo. Lamentablemente es más fácil decir esto, o incluso pensarlo que integrarlo en nuestras vidas y ése es uno de nuestros grandes problemas y la causa de nuestros profundos miedos.


Confiar en el Padre es estar seguro de todo, de manera que no hay poder que nos pueda herir, lastimar o dañar; estamos protegidos por el Padre, sólo que a menudo lo olvidamos. Claro que esto parece fácil de decir pero la réplica de una mentalidad científica sería la de preguntarnos: „si Dios es un padre, o un padrazo, ¿por qué permite que me pasen cosas malas?“. A menudo si usted es padre (o madre) en la vida real, habrá tenido que castigar a sus hijos, no me creo que nunca haya tenido que poner un castigo a sus hijos, pues eso querría decir que sus hijos son perfectos y por mucho que usted les quiera, nadie es perfecto. El recibir un castigo, supongamos por no estudiar y traer malas notas, a su hijo le habrá parecido totalmente injusto, ¡que usted le deje sin ir al cine simplemente porque ha suspendido cinco asignaturas!, al chaval le parecerá fuera de lugar, al fin y al cabo el niño cree que con las tres que ha aprobado es suficiente y seguramente se comparará con amigos que con peores notas no reciben esos castigos. Pero usted, como buen padre, sabe que el castigo no es tal, sabe que es la única forma de hacer que su hijo esté en casa estudiando, ya que sabe la importancia que para el futuro de su hijo tienen los estudios. Pero claro, el niño eso no lo entiende, para él lo importante es el cine, jugar a fútbol, estar con los amigos, salir. Pues bien, con nosotros, los hombres, pasa lo mismo, a menudo recibimos de la vida cosas que consideramos malas y que no entendemos, pero si fuéramos capaces de verlas desde „arriba“ sí que entenderíamos que son necesarias para nuestro proceso evolutivo. Por favor, no entendamos esta vida que estamos viviendo como la única realidad, somos Seres Eternos y esta existencia no es más que una fase de esa eternidad, de manera que lo que ahora creemos nos está haciendo daño, no es más que un proceso necesario para el crecimiento de nuestra Alma, aún cuando debido a nuestra escasa visión no seamos capaces de comprenderlo.


Un padre NO castiga, a veces impone para el bien de sus hijos; lo mismo pasa con la Vida, con el Padre. Por otra parte muchas veces echamos la culpa a Dios de desgracias como el hambre y las guerras, pero es el egoísmo humano el único que produce las guerras y la destrucción, Dios no tiene nada que ver en esto, no nos confundamos. Pero el concepto de padre aplicado a Dios tiene otra vertiente. Además de la idea de protección y Amor que nos brinda, el padre tiene un parecido genético con sus hijos. Como es el padre, así serán los hijos, éstos llevan la naturaleza de su padre ¿no? Si el padre es Dios y los hombres somos sus hijos, nosotros somos „dioses“ en potencia y la idea expresada de que Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, resulta ahora confirmada. La frase de Novalis de „Dios quiere dioses“, se hace totalmente cierta con este reconocimiento de que nuestra paternidad es divina. Nuestro camino, nuestra evolución, es pues precisamente llegar a ser como nuestro Padre. La utilización de la palabra Padre para definir a Dios nos lleva de manera automática a entender cuál es el proceso que vamos a seguir los hombres como hijos de Dios que somos y adónde hemos de llegar. Para dejar las cosas más claras pongamos un ejemplo: miremos un castaño grande, imponente, fuerte, verde, precioso y luego miremos una simple castaña, algo que cabe en la palma de su mano. Pues esa castaña de apenas tres centímetros de diámetro que cabe en nuestra mano es, en esencia, el mismo castaño imponente del que se ha hablado antes. Algo así somos los hombres: castañas que hemos de crecer para ser un castaño.


Todas estas ideas se podría pensar que se apoyan unas a otras porque todas proceden del pensamiento cristiano, pero lo asombroso del caso es que la idea de la divinidad del hombre está también recogida en los textos hindúes. Así, por ejemplo en el Chandogya Upanishad se habla de un Principio Único, (originario de todo, causa primogénita) bajo el nombre de Brahman „el Uno sin un segundo“. Y este Brahman no sólo es el principio creador de todo lo que es, sino que está presente en cada individualidad a través del atman o Alma inmortal de todos los seres. Sin ánimo de entrar ahora en las complejidades del Rig Veda y otros textos sagrados, lo que resulta fascinante es el hecho de que concepciones filosóficas de religiones tan distantes en el tiempo y en el espacio como la brahmánica y la cristiana, lleguen a las mismas conclusiones. Esto sucede con otros muchos conceptos; por ejemplo en la India se habla también de la encarnación de Dios en hombre, el Príncipe Rama, que viene al mundo para liberarlo de los genios maléficos, es decir viene con una misión redentora parecida a la de nuestro Jesucristo. Debido a la imposibilidad de influencia de una cultura sobre otra (entonces no había Internet ni e-mails) llegamos a la conclusión de que ambas nos están diciendo una verdad, matizada según a quienes va destinada pero verdad, y eso es lo importante. En resumen: llamar Padre a Dios es reconocer su protección y nuestra divinidad latente.


Sigamos con el análisis. Ahora hemos de ver el concepto „Nuestro“. Esto supone reconocer que todos los hijos, es decir los hombres, al tener el mismo padre, somos iguales. Un buen padre no discrimina el amor que reparte a sus hijos, de manera que Dios no tiene elegidos, el engaño de la superioridad de unos sobre otros por motivos de raza, condición o lugar, desaparece ahora totalmente. Pero hay más en este concepto de „nuestro“. Todos los hombres formamos una supra entidad y lo que hace uno afecta a todos, pues bien, si todos tenemos el mismo Padre, todos somos de una misma familia y en consecuencia lo que le sucede a un hermano mío me afecta a mí. La idea de caridad deja de ser un acto para que se beneficie un tercero y pasa a ser algo de lo que nos beneficiamos todos. Odiar, herir a otros, depreciarlos..., es hacerse daño a uno mismo, pues todos somos Uno, todos somos de una misma familia y la desgracia de uno supone mal para todos, por eso el mal que hagamos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos. El prójimo debe ser cuidado, es decir amado, no por una idea peregrina de recompensa en otras vidas, sino para la armonía del conjunto de hombres que somos una misma familia; de esta manera no cabe excusa para el racismo, ni disculpa para la falta de caridad. La palabra „católica“ con la que se designa una rama de la religión cristiana, significa precisamente universal, es decir que el concepto de „Nuestro“ lleva aparejado el concepto de que todos somos iguales y a todos se nos envía el mismo mensaje.


- Que estás en los cielos.


Aquí la palabra „cielo“ se utiliza a nivel simbólico, no es que Dios esté flotando entre las nubes. Bajo esta concepción se quiere indicar la superioridad de Dios frente a nosotros, somos lo mismo, sí, pero el grado de desarrollo que tenemos es diferente. Una gota de agua, en esencia, es lo mismo que un océano, pero este segundo es mucho más perfecto como manifestación de agua que la simple gota. A menudo la palabra Cielo se emplea para designar al mismo Dios, así sucede en gran parte de la filosofía China como es el caso del Tao Te Ching y de la tradición metafísica que adopta el Confucianismo. Y dado que los chinos han desarrollado mucho esta idea del Cielo como manifestación divina (lo que no quiere decir que su Divinidad sólo sea eso) es bueno estudiarla un poco. En China, en su concepción dual del Yin – Yang, el Cielo se opone a la Tierra. En la Tierra estamos nosotros y en el Cielo está Dios, eso es lo que se quiere decir: lo perfecto frente a lo imperfecto, cada uno está en un sitio, nosotros aquí, Él allá.


- Santificado sea tu nombre.


Llamar santo al Padre es reconocer su estado superior, su estado sagrado, o lo que es lo mismo su estado de perfecta bondad y debido a este carácter de santidad nada malo podemos esperar de Él. La naturaleza de Dios, al reconocerla como santa, sólo puede producir obras santas, es decir buenas y es muy importante que comprendamos esto para olvidarnos de una vez por todas de la idea de un Dios que castiga, que es cruel, que es vengativo. La santidad de Dios ¡„no le permite“ ser malo! Si en algún texto religioso se ha mostrado a un Dios vengador y justiciero es debido a que el nivel de conciencia del pueblo al que iba dirigido precisaba de ese concepto para mejorar su forma de actuar, pero Dios no puede producir malas obras, es decir el pensar cuando nos sucede algo malo que es por culpa de Dios NO es posible. Dios no es un titiritero y los hombre marionetas movidas por Su mano a su antojo, Dios no es culpable de nada de lo malo que vivimos y toda la maldad que recibimos es responsabilidad entera del hombre, ya sea por su actuación individual o como resultado de la acción colectiva. Entonces la pregunta a formularnos sería el porqué aunque Dios no sea el culpable de lo malo, permite que sucedan esas cosas tan terribles que suceden. La Divinidad nos dio el libre albedrío para hacer y deshacer, y por eso Dios más que mover desde arriba los hilos de la vida de los hombres, lo que hace es observar nuestra actuación. Somos libres ¿no? En consecuencia nos deja serlo. Toda la existencia del mal, en el fondo no es más que una manera para poder desarrollar un nivel de Bien y de Amor (en mayúsculas) que nos permita ascender hasta donde tenemos que hacerlo. En la India existe el concepto de los demonios maestros, que son entidades que hacen daño a los humanos pero que a su vez les permiten aprender. Si somos capaces de entender esto, seremos capaces de transmutar todo el mal para nuestro propio crecimiento.


Pongamos el ejemplo de una mujer que sufre malos tratos. Sin duda es durísimo sufrir esa situación pero cuando la mujer tenga la fuerza suficiente para superarla, para enfrentarse a su pareja, para dejarla y vivir por su cuenta, desarrollará un carácter fuerte como el que nunca había tenido. De hecho las mujeres que han pasado y superado esa situación dicen ser personas totalmente diferentes a las de antes cuando su debilidad, no sólo física sino de carácter, las llevaba a soportar situaciones terribles. En resumen, si tiene usted dolor de cabeza tómese una aspirina y luego piense qué es lo que le produce el dolor de cabeza, cuando lo comprenda y solucione su causa originaria, debería dar gracias por haber pasado ese dolor. Pero se dé cuenta o no del problema y sea capaz de solucionarlo o no, el Cielo (como dirían los chinos) o Dios no tiene nada que ver.


- Venga a nosotros tu reino. .


Si el reino de Dios refleja la perfección ahora se trata de que la perfección se traslade a nuestra realidad. Se trata de que el Amor Sublime llegue a nosotros, a nuestra existencia, o en otras palabras: a hacer cumplir el plan de Dios en la tierra. Y la manifestación del plan divino somos nosotros, con todo lo que nos han dado al nacer, en este mundo. Cada uno de nosotros tiene un don, no importa lo reconocido que esté, ni lo llamativo que sea, pero todos, todos, tenemos algo en lo que somos „buenos“. El plan divino lo realizamos en la medida en que somos capaces de poner nuestro don al servicio de los demás, es decir desde el momento en que damos. Si su don especial es por ejemplo la cocina cada vez que usted ofrezca su creación a los demás estará contribuyendo a hacer que la existencia en la tierra sea mejor, por el contrario, los comportamientos egoístas suponen limitar ese don, condicionarlo a un logro sólo para nosotros. Sería el caso de esa persona que tiene el don de cocinar y o bien no lo practica por pereza o lo hace sólo a efecto de ganar dinero, engañando en la calidad de los productos o realizando otro tipo de fraudes. Hacer que venga a nosotros el Reino Divino supone ser y hacer lo mejor que podamos en aquella tarea que realizamos, de manera que tras nuestra actuación, éste sea un mundo mejor. O dicho en otras palabras: hacer todo con Amor, por el bien propio y de los demás.


- Hágase tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo.


A menudo creemos que pidiendo cosas al Padre nos las va a dar, pero ahora vamos a ver porqué no puede ser verdad que nos dé exactamente lo que le pedimos. Hemos dicho en líneas anteriores que Dios Padre es un Dios de bondad y que en consecuencia nada malo, ni idea de venganza ni nada de eso, puede esperarse de El. Por ejemplo no podemos pedir a Dios en la Oración que la persona con la que estamos enemistados tenga un accidente de coche; eso va contra la idea de bondad y contra el principio de perdón. Entendemos perfectamente que no podemos pedir nada que haga daño a otro, pues bien, ¡apliquémonos el mismo principio a nosotros! A menudo los hombres pedimos al Cielo aquello que creemos es lo mejor para nosotros, pero debido a nuestra ignorancia total no podemos saber que es lo mejor, de manera que en caso de que aquello que pedimos no sea lo adecuado para nuestro proceso de crecimiento de Alma (estamos hablando de lo que es bueno para el nivel más elevado y no de lo que es bueno para nuestro ego inferior) no lo recibiremos. Si nos fijamos en los niños veremos que cuando quieren algo, pongamos por ejemplo unas chucherías, y sus padres debido a la proximidad de la hora de comer deciden no comprárselas, montan un gran escándalo: empiezan a gritar en la calle, a llorar, a berrear como si les fuera la vida en eso y todo por no tener algo que sus padres, que tienen más conocimiento que ellos, saben que no les conviene.


Pues bien, nosotros los hombres adultos, hacemos algo así, lloramos y culpamos al Padre por no haber obtenido algo cuando en realidad eso que pedíamos no era para nuestro bien. La diferencia entre los niños y los adultos es que los primeros, una vez han visto que no pueden imponer sus gritos para obtener lo que quieren, cesan en los mismos, mientras que los adultos seguimos gritando y gritando, buscando culpables divinos al hecho no haber obtenido aquello que deseábamos; los pequeños en esto nos llevan ventaja. Se trataría entonces de ser como niños y ser capaces de aceptar que cuando no obtenemos lo que pedimos es porque eso no era para nosotros. Claro que ahora surge la pregunta de qué es para nosotros y qué no, cuando en todo aquello que pedimos no hay nada de malo, es decir que no hay maldad en lo solicitado. Resumiendo mucho, podríamos decir que para nosotros es todo aquello que facilite lo que se pactó a nivel de Alma o Yo superior en la venida a la tierra, es decir para nosotros es todo lo que nos ayuda a Nivel Espiritual y no es para nosotros todo aquello que nos entorpece el crecimiento del Alma. En realidad no nos hace falta pedir nada, ¡somos divinos!, no lo olvidemos, lo que necesitamos es desarrollar aquello que ya tenemos. Si usted pide al Cielo un trabajo por ejemplo, lo que tiene que hacer primero es creer en su capacidad de trabajar, creer firmemente en su habilidad, y cuando realmente haya hecho esto, el trabajo le aparecerá; es como el ejemplo de la castaña, debe dejar brotar aquello que tiene en su interior. A Dios no se le puede ir con súplicas, eso se hacía por autoengaño y era propio de otros tiempos; a un Ser infinitamente bueno no le podemos decir que nos ha olvidado. En esta frase de la oración reconocemos eso, pero aunque no lo hiciésemos, la voluntad de Dios se haría igualmente. Todo está ya en los hijos de Dios, los hombres, en consecuencia a nosotros procede el despertarlo, pero no podemos imponer desde nuestro ego inferior algo a la Divinidad, a su plan perfecto para nosotros, aunque muchas veces no lo entendamos, de la misma manera que un niño no entiende el porqué no puede comer caramelos antes de la hora del almuerzo.


- El pan nuestro de cada día dánosle hoy.


Evidentemente vivir en el mundo precisa tener que cubrir unas necesidades materiales, el yo inferior, la materia, existe y hay que alimentarla. Nosotros no somos ascetas hindús que viven en una cabaña, sino que precisamos cosas para subsistir. El concepto de pan quiere recoger precisamente esa petición, y se refiere a todo lo que necesitamos para ser en nuestra realidad física. Pero en esta petición de lo básico que está representada por el pan, hay otra idea muy importante y es el hecho de que nos habla del concepto „hoy“. En nuestras vidas muchas veces proyectamos nuestra felicidad en el futuro, decimos eso de „seré feliz cuando ...“, de manera que condicionamos la felicidad tanto a lograr algo determinado como a situarla en un momento de tiempo futuro y en consecuencia nunca logramos ser felices. Continuamente estamos posponiendo lo mejor de nosotros, para muchos el futuro siempre es brillante, lo que nos fastidia es nuestro presente. Debemos darnos cuenta que no hay mas tiempo que el presente, el pasado se ha ido, ya no existe y el futuro es una proyección, es decir que tampoco existe: sólo existe el momento que vive, es decir el ahora, el presente. En los cursos de Reiki se invita a los alumnos a practicar una máxima que dice: „Precisamente hoy no voy a preocuparme“, lo que haré mañana no lo sé, pero hoy no me voy a preocupar. De esta manera si somos capaces de aplicar esa máxima viviremos sin preocupaciones. O para poner otro ejemplo más mundano recuerdo un bar que tenía un rótulo que decía: „Hoy no se fía, mañana sí“. ¿Cuándo cree usted que podrá irse sin pagar si se cumple eso? Nunca. Es también muy humano eso de pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor y la consecuencia de ello es tan nefasta como la de vivir en y para el futuro. En resumen no hay más tiempo ni momento que el presente, que el hoy.


- Y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. .


Actualmente la Iglesia católica ha cambiado el redactado por la de „y perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden“ podemos tomar la que nos resulte más cercana, pues las dos dicen lo mismo.


Resulta importantísimo perdonar y ser perdonados, lo que pasa es que para lo segundo debe producirse lo primero, es decir debemos perdonar para poder ser perdonados, si no se cumple este requisito no hay evolución posible de Alma. Mientras tengamos algo contra alguien, por el motivo que sea, por mucha „razón“ que tengamos, no iremos muy lejos. Hablar del perdón se hará en otro momento porque Jesucristo dejó eso bien claro y por su importancia merece capítulo aparte, pero de momento quedémonos con la necesidad de que debemos perdonar, perdonar y perdonar porque así y sólo así seremos perdonados.


Y no nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal.


¿Qué es la tentación?, ¿qué es el mal? Es todo aquello que nos aparta del camino de crecimiento del Alma que hemos venido a buscar en esta encarnación, es todo proceso contra el prójimo, es toda negación del Plan Divino, o dicho en otras palabras, es todo lo que se opone a que el Amor florezca en nuestras vidas y en la tierra. Precisamos ayuda en este punto y es por eso que la solicitamos, porque el mundo tiene una dinámica de egoísmo estúpido (egoísmo inteligente es aquél que entiende que ayudando a los demás nos ayudamos a nosotros) que hace que sólo pensemos en nosotros y que opongamos nuestros intereses a los de los demás. El mal es resultado del libre albedrío del hombre, pero está destinado a desaparecer, de la humanidad depende el tiempo que se precise para esto, pero no hay posibilidad de ascensión si no somos capaces de eliminar el mal de nuestras vidas. No lo sembremos en ninguna de sus formas pues eso que sembramos recogeremos; lo que hay en nuestro mundo de malo es producto de lo que los hombres hemos hecho, sólo nosotros somos culpables.


Amen. .


Significa „así sea“, es decir es nuestra confirmación interior de todo lo que acabamos de decir.


Vivir el Padrenuestro es todo lo que precisamos para crecer en Espiritualidad y disfrutar de la estancia en la tierra, es decir para ser felices, sólo que son pocos los que son capaces de vivir y experimentar estas palabras. Aunque no nos vamos a convertir de la noche a la mañana en santos, rezar el Padrenuestro diariamente sí que nos aportará, a medida que integremos sus palabras, una Paz interior grande y reconfortante. Son sólo doce segundos de rezo (los acabo de cronometrar) , no podemos decir que no tenemos en nuestra vida estos 12 segundos, si lo hacemos, si rezamos, será la mejor inversión que hayamos hecho nunca. Recemos por nuestro propio bien, pero entendamos s i e m p r e, en esta y en todas las oraciones, sean de la religión que sean, las palabras que decimos, porque sólo entendiéndolas podremos integrarlas en nuestra vida.





Que la Fuerza le acompañe,

Juan Pedro

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