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Yin Yang


Aunque el nombre y el signo de este símbolo provienen de la vieja China debe decirse que en realidad la misma idea viene reflejada en muchas otras culturas: la hindú, la egipcia, o la hebrea por ejemplo, llegan a las mismas conclusiones. Estamos pues frente a una creencia universal y por tanto algo a lo que hay que prestar atención. Veamos que quiere decirnos.


Todo cuanto nos rodea tiene una manifestación dual, todo. Así tenemos el día y la noche, lo bueno y lo malo, lo femenino y lo masculino, lo blanco y lo negro, el bien y el mal etc. Esto es tan evidente que a nadie llama la atención. Pero el corolario de lo dicho es que todo, absolutamente todo cuanto existe, precisa estar constituido de la dualidad de dos contrarios. Pongamos un ejemplo. Usted para vivir precisa estar despierto (es decir acción) y estar dormido (es decir inacción). Igualmente para leer esto precisa que hayan letras y que hayan espacios vacíos entre esas letras; lo mismo puede decirse de las palabras con las que nos comunicamos, entre palabra y palabra, es decir entre los sonidos, debe haber un momento de silencio para que se le entienda ¿no? El vaso que tengo sobre la mesa me es útil porque tiene un contorno de cristal pero en medio no hay nada, es decir que lo que hace útil al vaso es lo que hay (el cristal) y lo que no hay (el hueco que forma). Y ejemplos de este estilo podríamos poner muchos. En definitiva para que algo exista debe existir su contrario. Es decir que para que se forme el círculo del dibujo de arriba es preciso que la parte de blanco tenga su complemento con la parte de negro.


Bajo el concepto de “yang” los chinos recogen la parte activa, diurna, de acción, masculina, etc, de las cosas, mientras que el término “yin” lo emplean para designar la parte pasiva, nocturna, receptiva, femenina etc., que se necesita para que todo exista. Cada parte precisa su contrario de manera que más que contrarios se trata de partes complementarias. Ahora bien, los chinos nunca han puesto carácter normativo a estos dos componentes de la realidad, y consideraban que ambas eran precisas para el correcto funcionamiento de la sociedad y del mundo en general. El servir (yin) no era considerado como algo malo o peyorativo, como sucede en nuestra sociedad, simplemente tenía que estar en consonancia con el mérito de quien era servido por sus acciones (yang). De esta manera el secreto de la armonía era que cada parte desarrollara su papel, es decir que el rey, padre, guerrero (papel activo o yang) realice su trabajo correctamente y la madre, campesino, sirvo (papel pasivo o yin) realice la suya con corrección. Esto es lo que se recoge en las Enseñanzas de Confucio


Ya hemos dicho que esto no se limita sólo a la filosofía china, sino que, como puede comprobar usted mismo, se da en todo y en todo el mundo. El problema que tiene nuestra sociedad occidental es que ha puesto carácter normativo a cada uno de esos componentes, y por lo general ha colgado la etiqueta de “bueno” a lo que es “yang” y tildado de malo lo que “yin”. Por ejemplo para vivir se precisa estar despierto y acostarse ¿no? pues al dormir a menudo se le llama “hacer el vago”, “perder el tiempo”, etc mientras que estar activo se valora positivamente. Todo servicio “yin” se considera como despreciable e indigno, mientras que quien es servido “yang” se considera una persona importante. En China, bueno cuando China era una cultura y no lo que es ahora, lo importante sería el mérito de quien es servido, es decir lo que ha hecho de yang para merecer eso, y siempre estaba mejor visto ser un buen sirviente que un mal gobernante.


Ahora, en nuestra sociedad, esto no es así, se rehuye lo “yin” como malo.


Todo esto podría parecer una simple curiosidad cultural, pero es algo más. Como todo está formado por esa dualidad yin-yang el potenciar solo un polo nos lleva a desequilibrios. La sociedad nuestra está desequilibrada porque no acepta esa complementariedad y lo que llamamos infelicidad es producto de nuestra ceguera en no reconocer cada parte que lo compone todo. Por ejemplo, las empresas persiguen crecer y crecer (comportamiento activo o yang); nosotros tener más y más bienes (comportamiento activo o yang); vivir más y mas años para hacer cosas (de nuevo yang); que los coches corran más (acción yang) etc, y nos hemos olvidado de la parte yin, que en los ejemplos que hemos dado serían: asentar el crecimiento de la empresa para que todos trabajen mejor; disfrutar de lo que tenemos; aprender a vivir mejor y disfrutar de paisaje por donde estamos conduciendo. No, en occidente solo cuenta la acción, y así nos va.


La naturaleza es sabia y combina los dos polos. Las hojas caen en otoño (yin) para aparecer en primavera (yang); los ríos se secan en verano para ser llenados con las lluvias de invierno, y así es todo. Pero nosotros no queremos eso. Queremos que salga el sol siempre, que nuestra economía crezca y crezca, que tengamos más y más de manera que cuando uno de estos puntos no se cumple nos sentimos infelices. La infelicidad, muchas veces, no es más que un desequilibrio de no aceptar que tan humano es reir como llorar y que nada es enteramente bueno ni enteramente malo, sino que todo es necesario para algo.


La vida es una experiencia para disfrutar tanto si hace sol como si llueve, pero si miramos solo una parte del círculo no podremos ir muy lejos. O dicho en otras palabras: si sólo somos felices cuando luce el sol ..., pues no disfrutaremos mucho.


La vida sería el círculo en su conjunto y cuando seamos capaces de verla en su totalidad los lunes por la mañana serán tan agradables como los viernes por la tarde. Así no viviríamos como marionetas de nuestras emociones pues veremos que “todo es bueno”


Decir esto es fácil, practicarlo no tanto, pero no por ello debemos de olvidarnos de esto pues entender lo que nos quiere decir eso del yin – yang es el secreto para hacer que nuestra existencia en la tierra sea una experiencia agradable.




Que la Fuerza le acompañe,



Juan Pedro


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