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Simbología de la crisis


El escrito del mes anterior (que se enceuntra en la sección "vivir mejor") llevaba por título “tiempo de la sombra”. Seguramente muchos habrán pensado que, en los tiempos que corren sería mas cierto hablar de “tiempo de crisis” Y bueno, debido a ello es por lo que procede hablar un poco de la situación económica de nuestros días, pues a pesar que parezca esa una cuestión material y en consecuencia nada tenga que ver con temas espirituales, si consideramos que el hombre es espíritu todo lo que le pasa en su vida tiene un reflejo y hasta una causa espiritual, vamos que la vida en todas sus manifestaciones es espiritualidad. De manera que vamos a hablar de ello.


En el capitalismo siempre han habido crisis. A un periodo de expansión le debe seguir un periodo de contracción ¿no? Pues eso es más o menos lo que pasa en la economía. O mejor dicho, esto es lo que pasaba, pues esta crisis es diferente. Sin entrar en tecnicismos sobre qué es lo que la ha provocado, que de todos es sabido que es el resultado de la ávida especulación, ya sea en acciones y productos financieros o en inmuebles como es el caso español, vamos a analizarla. No se trata tanto en realidad de una crisis de costes como lo fueron la de los años 70 (el petróleo ha vuelto a bajar el 40 % del precio que alcanzó hace unos meses) sino que es una crisis del sistema. Y eso es lo que la hace diferente. A partir de ahora, ya NADA será igual. No quiero decir ni peor ni mejor, sino simplemente diferente.


El capitalismo salvaje, el todo vale, la ganancia justifica los medios, ya no es aceptable, y hasta es preciso que el gobierno americano entre en Wall Street para salvar la bolsa del caos. El problema es que ese juego de locura nos arrastra a todos. Por ejemplo, un pensionista que ha ahorrado en un fondo de pensiones que juega en bolsa en operaciones especulativas es, de forma pasiva, un especulador y lo que le pase a ese fondo por sus actividades afectarán al pobre jubilado. De manera que si se arruina uno se arruina el otro. Las subidas de tipo de interés, las quiebras de las empresas, los impagos etc afectan a muchos ciudadanos que parecemos estar lejos del juego del capitalismo salvaje pero del que somos sus victimas.


¿Qué hacer? ¿Cual es el mensaje (todo en la vida tiene un mensaje) que nos trae esta crisis? Es importante pensar un poco en ello pues sino de nada habrá servido lo mal que lo pasamos en estos momentos.


En primer lugar hay que aprender que no hay nada fijo. El problema del paro (simplificando el tema) procede de que quien tiene un determinado empleo (en la construcción por ejemplo) y pierde su trabajo debe “reciclarse” y convertirse en otro tipo de trabajador. Quedarse inmovilizado, estancado, en pensar en “yo soy esto “ ya no vale. Todos tenemos una especialidad en el trabajo pero no hay, en los tiempos actuales, nada fijo. Si el obrero de una siderurgia tiene que reciclarse a ser dependiente de comercio no hay otro remedio. No se puede decir “yo soy médico”, “yo soy paleta”, “yo soy carpintero” pues las circunstancias nos llevan a un sitio o a otro. En resumen: no hay nada fijo en lo que pensamos que somos capaces de hacer.


El problema del cambio de ocupación es que no siempre los salarios recibidos son iguales y es posible, muy posible, que el nuevo empleo no esté remunerado como el anterior. Y eso nos lleva a la segunda lección de la crisis: la flexibilidad en nuestros gastos. Hemos adoptado y aceptado deudas en nuestra vida a largo plazo, imaginando que todo iría siempre igual, pero en momentos como este la vida nos dice NO, que no hay nada fijo y el gran problema de una crisis la sufren aquellos que con más fuerza han establecido gastos fijos en su vida. Lo hecho, hecho está pero hay que aprender a no cometer ese error y siempre ser flexibles.


Pero hay otra lección que nos trae la crisis: queno hay nada fácil. Los bancos nos han vendido el “compra esto y paga fácilmente cuando puedas” y ahora nos ahogan con las subidas del tipo de interés. Los bancos, con sus facilidades de crédito, han contribuido a subir los precios de la vivienda y ahora piden se les salve de sus locuras especulativas. Eso es inmoral pero nos afecta a nosotros. En consecuencia hay que romper con ello, con el creer que puedo tenerlo todo ya, inmediatamente, y dejar la obligación del pago para después. Antes las crisis no eran de este estilo pues se ahorraba para algo y sólo después se adquiría, ahora no. Antes las crisis del capitalismo eran de superproducción, ahora lo son de super endeudamiento.


Todo ello lleva a un resumen que va a traer esta crisis: hay que cambiar de hábitos. Eso no es cómodo pero es forzado. Ya nada será igual, porque no debe serlo, porque los bancos no están para darnos lo que queremos ya y luego sangrarnos, y porque el dinero se ha usado en los tiempos de bonanza para fines que aunque a nosotros nos parecen imprescindibles, hace 50 años a nuestros padres les parecerían totalmente superfluos. ¿Hacen falta dos televisiones en una casa? ¿ Y un lavavajillas? ¿y una secadora? Antes eso no existía y las familias vivían igual.


Pero bueno, de cara a ser prácticos: ¿qué hacer si se está en el paro y envuelto en deudas de las que no puede uno salir?


En primer lugar NUNCA perder la confianza en uno mismo. El gran problema del parado es que se siente mal y teme no encontrar ocupación. La baja autoestima genera que le cueste más encontrar empleo. Hay que creer en uno, siempre, y sobre todo en épocas de crisis.


Tener fe , fe en la vida, en la propia valía, en que todo es temporal, es siempre el mejor recurso.


En cuanto a las deudas, todo, todo, es negociable. Eso puede ser desagradable, pero es un recurso.


Tenga también en cuenta que “lo semejante atrae a lo semejante” de manera que cuanto más en crisis considere la situación, cuanto más se hable de ella, más le afectará.


Lo más importante de todo esto es ser capaces a partir de ahora de llevar una vida sostenible. Se habla mucho de economía sostenible, pero ese concepto hay que aplicarlo a nosotros mismos. Debemos llevar una economía sostenible tanto en tiempo de crisis como en periodos de bonanza, no dejarse llevar por un hábito consumista, no caer en la desesperación de las deudas adquiridas, no compararse con los demás, no invertir tanto tiempo para tener más y más y dedicarnos a “ser” mejores, para nosotros y para el mundo.


Y a nivel global a llegado el momento de dejar de crecer y crecer. Hasta ahora las empresas (y muchas personas) tenían por objetivo ganar más y más, ahora eso se ha acabado. Los valores de las empresas van a tener que cambiar; dejar de ser vender mas y tener más beneficios para centrarse en cuestiones más importantes como la calidad del producto que ofrecen al mundo y el nivel de vida y satisfacción de sus trabajadores. Sin carrera de beneficios se ha acabado la competencia salvaje, y el hombre debe centrarse en mejorar su calidad interna de vida. Como esto la economía no lo aprende se hace preciso que aparezcan crisis para forzarnos a que se aprenda.


Todo inconveniente encierra una oportunidad. Saberla ver es lo importante. Si está usted en paro considere ese tiempo para formarse, para creer en uno mismo, para valorar lo que realmente importa en la vida, para ser mejor persona. Así la crisis será como esas gripes de la infancia, que una vez superada el niño, físicamente, crece.


No hay solución fácil, ni hay resultado sin esfuerzo, pero toda adversidad encierra la oportunidad de ver lo grandes que somos.




Que la Fuerza le acompañe,



Juan Pedro

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