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La infección


Una de las enfermedades más comunes y sufridas por todos, son las infecciones. La medicina considera que ha avanzado mucho en la lucha contra las enfermedades infecciosas, y es cierto que hoy ya no de da una alta tasa de mortalidad producida por el cólera o la tuberculosis, pero ello no quiere decir que hayan menos infecciones, sino que son de distinto tipo. Para situarnos debemos considerar que todas esas enfermedades que acaban en ...itis (colitis, hepatitis..) son debidos a procesos inflamatorios.


Lo que produce una infección, del tipo que sea, es bien sabido: se trata de unos organismos extraños (bacterias, virus, toxinas de todo tipo) que penetran en el cuerpo y entonces se establece una “guerra” entre las defensas del cuerpo y esas fuerzas invasoras. Si ganan los primeros, el enfermo se cura, si ganan los segundos se produce la muerte del paciente y en caso que ni uno ni otro se imponga totalmente estaremos frente a una de esas enfermedades crónicas, en donde parece que nunca va a solucionarse el asunto pero es, de alguna manera, controlable el daño que produce. Siempre que se habla de la entrada de elementos patógenos se utilizan símiles bélicos, y hasta los dibujos animados formativos (del tipo “érase una vez el hombre”) muestran imágenes de combate entre los defensores de nuestro cuerpo y las bacterias o virus. Y es que la infección es eso: una guerra.


Podríamos así decir que la infección es la manifestación de un conflicto, pero no un simple conflicto externo producido por microbios que entran de fuera sino que es la materialización, en nuestro cuerpo, de un conflicto que, a nivel interno, vivimos en nuestra vida. ¿De que tipo de conflicto se trata? Eso dependerá de la zona en donde esa infección se produzca y para ello habrá que analizar el órgano afectado (en las diferentes enfermedades de las que se hablan aquí se darán pistas sobre como usar la simbología de cada parte de nuestro cuerpo físico para entender el mensaje que encierran.)


La razón por la que las infecciones son tan abundantes se debe a que siempre, en todo lugar y momento, el hombre vive en conflicto. La reacción infecciosa no es producida o evitada por la existencia o ausencia de conflicto, sino por el desequilibrio que nos representa el no saber tratar el mismo o, lo que es peor, no darnos cuenta que tal conflicto existe. Si intentamos vivir rehuyendo los conflictos seremos propensos a las inflamaciones pues estaremos escondiendo una realidad. Repetimos la idea:


La infección es la materialización, en el cuerpo, de un conflicto mental.


Resulta interesante observar que gran parte de las enfermedades de la infancia se deben a infecciones. Ello puede parecer chocante, pero en realidad no es así pues si hay un momento en nuestra vida en donde estamos en situaciones conflictivas, aunque exteriormente no lo parezca, es en la infancia. Al niño le cuesta entender, hasta generarle un conflicto, porqué comportamientos perfectamente aceptables antes, un buen día dejan de serlo. Por ejemplo al niño se le deja que se orine encima, cuando poco a poco va dejando de hacerlo pero alguna vez lo hace, es reñido o castigado. El niño puede pensar :”¿por qué antes que lo hacia cada noche no me decían nada y ahora que lo hago solo una vez cada cinco días me castigan por ello? (luego se hablará del caso de la enuresis nocturna) De casos similares que tiene que afrontar un niño hay muchísimos, y es que la infancia es un tiempo que parece, desde fuera, fácil y sencillo pero no lo es para el pequeño. El niño sufre y vive conflictos por situaciones que no entiende (además no debemos olvidar que también el crecimiento es un conflicto) y ello origina esa materialización del conflicto que es la infección.


Así frente a una enfermedad infecciosa uno debe preguntarse: “¿que conflicto hay en mí que no quiero reconocer?” Si no somos capaces de dar ese valiente paso de poco habrá servido lo mal que lo hemos pasado.

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