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La sombra


A nivel físico la sombra no es más que la proyección de un cuerpo debido a la luz que incide sobre él. Pero no es este el significado que ahora queremos darle. La idea de que todo hombre lleva una “sombra” ha sido ampliamente estudiada por la psicología, así aparece en los estudios de Carl G. Jung, Robert Bly, Patrick Millar y muchos otros. Pero la psicología es muy buena a la hora de definir un problema, pero no tanto para darle una solución. Y ello es debido a que ambos, problema y solución, tienen una causa más allá de la estructura mental del hombre, tienen un origen metafísico, por decirlo de algún modo. Pero vayamos al grano y veamos qué es la sombra.


A lo largo de nuestra vida, desde nuestra tierna infancia, nos vemos obligados a elegir y de esta manera vamos forjando nuestra personalidad, nuestro ego propio. Por ejemplo cuando a un niño se le dicen cosas como “los hombres no lloran, debes ser valiente” asume como propia esa idea y desdeña toda sensibilidad y debilidad, de manera que establece una base normativa de cómo regir su vida en función de lo que ES o quiere ser.


Cada vez que decimos “yo soy esto”. debido al mundo dual en que nos movemos, estamos afirmando un “yo no soy aquello” y todas esas negaciones son aparcadas y arrinconadas en un saco, que Jung y los suyos llaman “sombra”.


Ahora bien el que algo esté en la sombra no quiere decir que desaparezca, simplemente está, pero oculto. Vamos al ejemplo del hombre que ha asumido que debe ser fuerte y no sensible, y se enfrenta a una situación en la que tiene ganas de llorar. El hecho que sea capaz de controlar sus lágrimas no hace que el sentimiento desaparezca, de manera que aunque su sensibilidad quede recluida en la sombra, está allí. La sombra crece y crece a lo largo de nuestra vida y no podemos hacer nada para que no siga su curso, ya que en definitiva la propia afirmación de la personalidad nos obliga a crear una sombra de aquello que no queremos ser. Y es que precisamente eso es la sombra; lo que no queremos ser


Pero si profundizamos un poco vemos que en la vida todo aquello que negamos a su vez lo estamos afirmando, Por ejemplo, supongamos que yo le dijo: “no piense ni un momento en un elefante rosa”. Pues bien, para no pensar en un elefante rosa por un momento le habrá tenido que aparecer en su mente un elefante rosa ¿no? Negar algo significa aceptar ese algo, aunque sea sólo por un instante y que luego se borre. Es decir que cuando me formulo algo ya estoy aceptando su realidad, de lo contrario esa pregunta ni se formularía. Vamos a insistir más sobre esta idea, pero antes vamos a profundizar algo más en lo que la sombra comporta.


Debido a que en la sombra ponemos todo aquello que no queremos ser, en la sombra está todo lo que consideramos negativo, malo, hasta diabólico. Cuanto más queremos alejar algo mas, en ese saco llamado sombra, lo enterramos. Y para sellar ese saco de manera que nunca pueda su contenido manchar a nuestro ego le damos el carácter normativo de “malo”. De manera que en la sombra reside todo lo que no queremos ser y todo lo que vemos que puede de haber de malvado en nosotros.


Pero ocultar un problema nunca es solucionarlo y a pesar que nos dediquemos a enterrar nuestra agresividad, esta existe, en la sombra pero existe. Un tema que nuestra cultura lleva a la sombra es la sexualidad. Se nos dice lo que está mal y las religiones se encargan de enfatizar eso con la idea de pecado y el castigo subsiguiente. Pero en realidad nada hay en el sexo de malvado si hay libertad en ello y quien se empeña en conducir ese tema a la sombra solo denota que en su persona ese es un tema importante. Por ejemplo, pongamos el caso de un hombre que afirma, continuamente y de manera activa, estar contra la homosexualidad y se considera muy “hombre”. Pues en esa persona hay una parte homosexual importante que relega a la sombra al no aceptar integrarla en su yo consciente, pues en caso que no lo fuera la cuestión sobre si está a favor o en contra de la homosexualidad ni se plantearía. Tenemos así que cuanto más fuertemente se manifiesta una persona en una dirección, mayor es la sombra que tiene en la contraria, y esa sombra, en algún momento pedirá ser reconocida.


La sombra es una realidad en nosotros, en la totalidad de nuestra persona. Las crisis de los 40 años por ejemplo son, a menudo, resultado de que la persona descubre que todo lo que le parecía inamovible de su vida basado en valores impuestos por los demás y aceptados o hasta incluso creados por el mismo, ya no le sirven y afloran formas de ser que antes consideraba como algo malo o dañino. En esa crisis la sombra aflora y libera, y no hay mayor crisis que la del aceptar que uno es libre, pues supone darse cuenta que eres responsable de ti mismo y no de los juicios de los demás o de la persona que fuiste ayer.


Recuerdo el caso de un profesor de filosofía en mi colegio que era un hombre de gran paciencia a pesar que en su clase muchos chicos hacían el gamberro, hablaban y jugaban sin consideración al maestro. Una vez, harto del comportamiento de uno de los alumnos, decidió expulsarlo de clase, y el joven en cuestión (tendría unos quince años) respondió al profesor, a ese señor tan tranquilo que todos conocíamos. Pues bien hombre paciente y calmoso, soltó al chico una bofetada impresionante, descomunal, luego le cogió por el cuello y lo echó de clase con una furia impensable. Todos quedamos sorprendidos y el profesor, más calmado y volviendo a su compostura nos dijo algo como: "cuidado con las personas tranquilas porque cuando se enojan son las peores”. O dicho en otras palabras cuando la sombra rebosa de agresividad reprimida y se libera, puede ser terrible.


Los escándalos sexuales en que se mencionan a sacerdotes son el resultado de la represión de un deseo cierto en esos religiosos. Estos han llevado ese deseo a la sombra, donde ha ido creciendo y modelándose de manera distinta a la que inicialmente se hubiera producido en caso de haberse permitido que aflorasen a la luz, hasta evolucionar en los abusos cometidos.


Otra forma curiosa de manifestarse la sombra es a través de las circunstancias que nos plantea la vida. Por ejemplo quien es racista ve como su hija trae a casa un novio negro, o quien es clasista ve como el heredero tiene relaciones con gente de otras clases. Los hechos que suceden a las casas reales en Europa, en Mónaco o en Inglaterra por ejemplo, en realidad son manifestación de la sombra que la realeza se ha creado. Lo que nos sucede en la vida nunca es para fastidiar al Ser, es para que el Ser se reconozca y se acepte. Como la sombra es parte del Ser el suceso que acontece permite que esta se manifieste.


De la misma manera que existe una sombra individual existe una sombra familiar, y hasta nacional en donde iría a parar todo aquello que no se quiere que sea la familia o la nación. Se integra en nuestra personalidad y en nuestra sombra no solo lo que pensamos de las cosas, sino lo que nuestro entorno piensa que han de ser las cosas. Es decir ya no estamos solos a la hora de decidir qué es bueno o malo, sino que también lo que nuestro entorno piensa que es bueno o malo nos influye en gran manera.


Tenemos ya definido qué es la sombra y qué la origina, ahora hace falta saber que hacer. ¿Es posible no generar sombra? Viviendo en un mundo dual, donde elegir es preciso, parece imposible no generarla y de hecho lo es, de manera que es necesario dar un paso más y ver qué hacemos con ella. Y, junto a todos los tratados de psicología, llegamos a la conclusión que es preciso “integrar” la sombra en nuestra personalidad.


Ahora bien, la pregunta es ¿cómo integrarla? Y llegado a este punto los libros de psicología parecen ambiguos, de manera que hemos de ir algo mas allá de la estructura mental para encontrar una respuesta.


Y es que ahora el esquema cartesiano mental no nos es suficiente. Si el ego, la personalidad está formada por aquello que queremos ser y la sombra por aquello que no queremos ser, en buena lógica no podemos integrar lo que es con lo que no es; es decir no puedo ser algo y a la vez no serlo ¿verdad?


Hace falta otro enfoque y ese enfoque nos lo da el lado femenino, el lado yin de la totalidad. Lo femenino tiene la particularidad de armonizar opuestos y ello no significa situarse en un punto intermedio, como el lado yang, o masculino racional, haría. Y es curioso que en muchos de los problemas que se dan entre el hombre y mujer (representados ahora como valores absolutos del yin – yang ) se deben a que el hombre es directo en sus temas mientras que la mujer es sinuosa; mientras para uno las cosas son blanco / negro, si / no, la mujer se mueve en un si pero no, tal vez aunque seguramente etc. Estos dos acercamientos a las cosas no son en sí mismos ni buenos ni malos, en función de cada tema valdrá la pena adoptar uno u otro. Y ahora procede ver la respuesta de integración que nos muestra el lado femenino.


En realidad el problema no está en crear sombra o no crearla, el problema reside en el componente normativo que damos a lo que aceptamos como nuestro y a lo que ponemos en la sombra, es decir a establecer “esto es bueno y lo acepto en mi persona” y “esto es malo y lo relego a la sombra.” La solución así no pasa tanto por no juzgar (que supone ya establecer que existe sombra) sino por aceptar y comprender. ¿Qué es el bien? ¿Qúe es el mal? No importa la respuesta pues no hay que plantearse la pregunta.


¿Es malo matar a un inocente? Si no hubieran matado a Jesucristo el mundo no hubiera evolucionado. ¿Es malo que haya hambre? Si no hubiera hambre no se despertaría la misericordia de quienes no la pasamos. ¿Es malo que alguien abandonara a un ser tan bueno como mi perra Fosca? Si alguien no la hubiera abandonado no hubiera tenido yo la compañía de un ser extraordinario, y como estas se pueden hacer miles de cuestiones. Se dice que el mal es el suelo para que se asiente el trono del bien, y ejemplos como los expuestos dan que pensar pensar ¿no?


En el simbolismo del dragón se explica que quienes son capaces de cabalgar sobre él, es decir, de controlar e integrar la sombra, son precisamente Entidades Femeninas (véase el El dragón) . Precisamente son las Entidades que representan la misericordia absoluta, pues ellas, al integrar la sombra, al aceptarlo todo, son capaces de perdonar todo y entenderlo todo. Esa aceptación les permite integrar la sombra y cabalgar sobre ella.


Ahora bien, para los seres humanos Standard, como yo y supongo que usted, la idea de aceptarlo todo, no es tan fácil de aplicar como de conocer mentalmente. Llevamos años actuando de otra manera y no es posible de un plumazo ver las cosas de otra manera, así hay que buscar una solución asequible a nuestra realidad, algo que podamos implantar en nuestras vidas y que sea práctico para controlar, ya que no podemos integrar totalmente, la idea de la sombra y hacer que esta trabaje para nosotros.


Y la respuesta a esta búsqueda la encontramos gravada en los dinteles del templo de Apolo de Delfos. Habían allí dos preceptos:


Conócete a ti mismo. Es importantísimo este punto para ser conscientes de las razones por las que aceptamos algo y enviamos su contrario a la sombra. Así siempre llevaremos el control de qué es lo que estamos alimentando en nuestro interior sin dar a ello un excesivo carácter normativo.


- Nada en exceso. Cuando hay un exceso en el ego hay un exceso de igual magnitud en la sombra, que tarde o temprano se manifestará, y si no lo hace de manera explícita, la sombra incordia tanto que la vida se convierte en un infierno. El tema sexual, que nuestra cultura arroja a la sombra, es un ejemplo en que el represor es un reprimido y a la vez un sátiro no manifestado que cuando lo haga se volverá un monstruo o si no lo hace se carcome en un deseo no realizado.


Pero estos consejos del templo de Delfos son un “apaño” una pequeña chapucilla, la solución pasa por aceptarlo todo, pues quien acepta todo, comprende todo, quien comprende todo, perdona todo, y quien perdona todo ..., ¡¡¡ es parte de Dios!!!




Que la Fuerza le acompañe,



Juan Pedro


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