No nos dejan salir. Nos obligan a estar en casa. No sé desde que país nos está leyendo el lector de estas líneas pero lo más probable es que en el mismo haya también restricciones al movimiento. En España, desde donde esto se escribe, se ha prohibido salir a la calle salvo casos necesarios como ir a comprar alimentos básicos o similares. Con independencia de mi opinión personal sobre esta medida (encerrar a los niños en casa durante dos meses me parece muy perjudicial para ellos) pensada para frenar el contagio bajo el supuesto que todos somos igual de vulnerables, como en todo lo que consideramos “malo”, hay un mensaje y una enseñanza.
Es triste decirlo pero los humanos a menudo reaccionamos más por las malas que por las buenas. Han habido reuniones y cumbres de políticos para llegar a acuerdos de bajar las emisiones de CO2, reducir el efecto invernadero, proteger la capa de ozono etc, y sólo se ha llegado a intenciones que no se cumplen. Hemos tirado el dinero de los contribuyentes en reuniones inútiles en que, aunque reconocían el problema, ninguno de los países asistentes estaba dispuesto a hacer algo para reducir la contaminación mundial si ello tenía un efecto contrario a su economía. El dinero es más importante para nuestros dirigentes que la naturaleza.
“El malo es el otro” es el slogan de la humanidad. China es la que más contamina, dicen unos; habéis destrozado vuestros países en Europa desde la revolución industrial, dicen los países menos desarrollados que quieren mejorar su nivel de vida; hay que defender el uso de carbón dicen desde Alemania y EEUU etc. Incluso se niega muchas veces la realidad, como hace el presidente Trump diciendo que el efecto invernadero y el cambio climático no existen. Y él opina en representación de los sesenta millones de personas que le votaron.
Lo cierto es que la humanidad no va a solucionar el problema. Todos saben que el planeta se está destruyendo, pero como no es inmediato ningún dirigente es capaz de “frenar” a su país, a su economía, a su riqueza, por el bien del mundo. Nadie. Hasta que sea demasiado tarde.
esto es un dicho de
los indios Cree
Para nuestro modo de vida capitalista el crecimiento no tiene alternativa, aunque el crecimiento conduzca a la destrucción. Y eso que no es capaz de frenar el hombre, lo va a frenar un virus.
Ese virus mata, sí, porque de esa manera se muestra la necesidad de que actúe para que veamos las consecuencias. Los fallecidos son los “héroes” de esta situación, pues son almas que entregan sus cuerpos para mostrar la necesidad de echar el freno al crecimiento. Si el virus fuera una simple infección no nos daríamos cuenta de adonde hemos llegado. Es decir, si no fuera peligroso el virus no frenaríamos la economía como se ha hecho.
Y una consecuencia de ese echar el freno es la imposición del confinamiento.
Es preciso y muy importante tomar consciencia de lo que supone el confinamiento. Es decir “darse cuenta” de adonde nos lleva. NO es una anécdota que en estos momentos se nos diga que hay que permanecer en casa, no salir bajo el peligro de ser sancionado por la policía. Y hemos de verlo desde los dos puntos de vista que muestra todo lo que acontece. Y no me refiero a la idea de “bueno – malo” sino al concepto de “crecer o menguar”. Porque esas leyes que nos imponen estar encerrados en nuestros hogares como si de una cárcel se tratase, presenta las dos caras de la misma moneda.
O nos ayudará a crecer, o nos hará menguar. No hay punto medio
Sería un poco más complejo hablar de ello por lo que tan solo se va a citar, pero existen “fuerzas oscuras” que se alimentan del miedo y la sumisión del humano. En realidad ambos conceptos van unidos.
Para aquellas personas que creyendo a los medios, al pánico, se enclaustran, tienen miedo y no salen a la calle, respetan al 100 % las normas que les convencen que hacen un gran trabajo al ser fieles a las “consignas”, el confinamiento les está haciendo más pequeñas, les está menguando su ser, porque está haciendo que crean que son débiles, cuando el ser humano es hijo de Dios y en consecuencia NO es débil.
La ciencia, los periódicos, el intelecto darán cobijo a este miedo, es decir toda la base de la materia, estará detrás de este criterio de peligro si se desobedece. “Es hora de quedarse en casa”, “podemos ser contaminados si salimos a la calle”, “la policía nos vigila”, “los niños peligran si salen un rato” etc. serán los argumentos que escuchan esas personas a las que literalmente la matrix les está succionando la energía.
Y miedo y sumisión van de la mano.
Lo que más quieren esas fuerzas oscuras es una humanidad sometida (sobre la formacion del virus ya se ha hablado en Coronavirus mas allá de la materia )
En la Edad Media un hombre se convertía en esclavo cuando su grupo era derrotado por otro. Actualmente un hombre se convierte en esclavo del sistema de manera voluntaria cuando, por ejemplo, acepta firmar una hipoteca por 40 años, o casarse para toda la vida, o aferrarse a un trabajo que nos gusta pero creemos seguro, etc. Es una esclavitud voluntaria, soportada por criterios racionales, pero esclavitud. Y quien esto escribe ha caído en ocasiones, no se habla desde ninguna tribuna de superioridad. Ya no hace falta perder la guerra para ser esclavos, somos esclavos porque queremos.
Pero esta reclusión nos presenta también una oportunidad para el crecimiento y la libertad. Por primera vez en mucho tiempo la actividad económica se ha parado. Eso es, si sabemos verlo, un regalo.
Pues bien es tiempo, ahora, de decidir conscientemente QUE QUEREMOS EN NUESTRA VIDA
Al principio de cada año uno se suele hacer buenos propósitos (que por lo general nunca cumple). Pues ahora es un momento similar, solo que lo que decidamos es mucho más serio.
Tan serio porque quizá es la última oportunidad de ser libres
¿Qué QUIERO SER? Esa es la pregunta a plantearse, no que quiere el entorno que sea. Y gracias a estar confinado puedo analizarlo con calma.
Estamos frenados, gracias al virus, y es el momento de reflexionar, pero no desde la razón pues esta se basa en los patrones del pasado y ese pasado es la actividad que precisamente hay que superar, hay que reflexionar desde el Alma. Y esta se rige por la ilusión, no por el pensamiento.
Preguntarse qué quiero ser es sinónimo a preguntarse ¿qué me ilusiona?
El mensaje del confinamiento podríamos esquematizarlo en: detente → reflexiona → cambia
No suelo nunca dar un consejo explícito pues desde luego no soy nadie para ello, pero tal como está la situación propongo un actuar basado en dos pilares:
Si pudiera elegir de nuevo ¿qué haría? Pero mírelo desde la esencia de las cosas, no desde la superficie de las mismas. Por ejemplo si tiene usted 60 años y le gustaría ser capaz de bailar el ballet de “el lago de los Cisnes" de Tchaikovsky
es evidente que físicamente no podrá, pero nada le impide gastarse su dinero para ir a verlo.
Imaginese que baila, intente sentir el movimiento en su mente, comno si los giros del ballet los hicieran sus piernas.
El cuerpo tiene limitaciones pero su cabeza, su imaginación, NO.
Y seguro que es caro el espectaculo, carísimo. Y también que muchas veces no ha ido a ver ballet por los precios. Pero a partir de ahora las cosas serán diferentes, a partir de ahora se va a permitir el lujo de verlo. La mente, la razón, le dirá “ no puedes es mucho dinero y tienes que…” pero todo eso son argumentos del miedo, y ese miedo es el que hay que superar. Y este es el momento.
En su mejor versión de sí mismo, no hay miedo
Y ¿qué es la mejor versión de uno mismo?. Es ser todo lo que YO quiero ser.
No lo que otros me han impuesto que sea.
Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo. Se trata de saber lo que quiere USTED no lo que los demás, "la matrix” quiere que quiera. No me vale reflexiones como “tener dinero”, “no trabajar“etc porque primero este mundo es un plano de acción y segundo porque la idea de querer tener dinero es por creer que este soluciona los problemas cuando en realidad solo cambia el tipo de problemas.
Se trata ahora de fijar “que quiero para mi”, tomar consciencia de la distancia entre lo que se quiere y lo que se tiene y ver si vamos en la dirección correcta o no.
Este es un ejercicio de introspección de nuestra vida. El virus y el parón del confinamiento me regala tiempo para situarme y decidir.
Son las reglas del juego, lo que es afuera es adentro y viceversa. No puede controlar lo que pasará fuera, no puede fijar como irá la economía, los países, las fronteras, la sociedad etc, pero si puede determinar cómo quiere ser la nueva persona que va a surgir en usted después del corona virus.
El mundo va a ser diferente, usted debe serlo tambien
Es tiempo de acción. Hay que ponerse en marcha.
Y para esto le ayuda el confinamiento.
" No seré el dueño de mi destino, pero soy el capitán de mi alma "
Que la Fuerza nos acompañe,
Juan Pedro